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— a dónde me estás llevando...

— A mi casa. — respondió manteniendo la vista en la ruta.

— No. Quiero ir a mi casa, necesito estar en mi ca-

Apoyé mis dos manos en el asiento al sentir como el auto frenaba de golpe por lo que me quedé en silencio.

— ¿Podrías callarte? Haz estado hablando desde que te metí al auto. — contestó Sunghoon con molestia.

Ugh...

Me quedé en silencio y agaché la cabeza para mirar mis manos y mantenerme así durante largos minutos.

Al final, terminamos en un enorme edificio.
Un edificio un poco sobresalido de la ciudad, además de que era probable que estuviera abandonado.

— ¿Y esto? ¡Auch!

Sunghoon tomó mi brazo con fuerza y comenzó a caminar hacia dentro del edificio.

En el primer piso de dicho edificio solo habían 5 autos, una camioneta común, una motocicleta demasiado linda, un auto que parecía ser bastante costoso, otro auto más y una bicicleta.

¿Todo eso es suyo?

Seguimos caminando para entrar a un ascensor y de ahí, separarme con fuerza de Sunghoon.

— idiota... — Susurré.

Miré mi brazo que aún tenía la marca para suspirar y ver cómo las puertas se abrían mostrando enormes pantallas tecnológicas junto con mesas largas.

Caminé lentamente viendo dichas computadoras hasta oír otras voces.

— ¿Quién es ella y porque está aquí? — preguntó una mujer.

Sunghoon volvió a tomar mi brazo una vez que salió del ascensor y caminó hacia un asiento para que yo pudiera sentarme.

— Se metió. — respondió.

— ¿Abandonaste la misión por ella? — preguntó Kiminari.

— Rudolph estaba a punto de abusar de ella. — aclaró Sunghoon mientras se sacaba el saco.

— ¿Que mierda hacía ella? — preguntó Kiminari.

— Cálmate Kiminari. — respondió Austin.

Miré cada comportamiento, cada actitud y expresión por lo que me levanté molesta y empujé el hombro de la chica.

— ¿Crees que yo pedí que abusara de mi? — pregunté.

Sunghoon y Austin nos separaron a ambas y a mí me volvieron a sentar.

— Lo que quiero decir es que, a ella, cuyo nombre es Tn. Estaban a punto de matarla.

— no me iban a matar... — Susurré.

— Si — respondió Sunghoon viendo a Tn — tenemos las cámaras de la oficina de Rudolph, sabemos perfectamente que el día 8 a las 9 de la noche entraste a su oficina, leíste un documento donde se informaba sobre mí y eso te puso en riesgo.

— ¿Ah?...

— Rudolph además de utilizarte para satisfacción sexual, también te iba a asesinar.

Sentí otro escalofrío pasar por mi espalda por lo que me quedé en silencio.

No tenía nada que decir al respecto.

Me sentía inferior a los demás, ellos ya sabían sobre que hacer, el porque y de no se qué, mientras que yo solo quería ir a casa.

Pero no.

Ir a casa significaba que podrían matarme.

— Yo... Yo tengo un perro... Su nombre es Polo... — contesté preocupada.

Polo era una mascota de raza Dóberman, apenas tenía 6 años pero era lo suficientemente grande como para temer con su mínima presencia.

Ha Sido mi compañero de casa, un gran amigo y el perro que todos quisiéramos querer...

— ¿Y que quieres que hagamos? — preguntó Kiminari.

— Lo matarán... — Murmuré.

Miré a Suk por cortos segundos y sonreí aliviada al oír su aceptación.

Tuvimos que salir y volver a casa donde abrace fuertemente a Polo.

— mierda. ¿Ese es tu perro? — preguntó Sunghoon viendo.

— Sentado. — ordené a Polo quien no dejaba de mirar a Sunghoon. — Es polo. Es bueno...

— Ajá. Apúrate.

Caminé a mi habitación donde coloqué lo más importante en un bolso y luego salí para subirme al auto y dejar que arrancara a toda velocidad.

Al llegar nuevamente al edificio, tomé a Polo de la correa y ordené que volviera a sentarse mientras los demás no sacaban la mirada de mi mascota.

— ¿Que haremos con ella? — preguntó Austin.

— Deberíamos golpearla y que no recuerde nada. — contestó Kiminari formando un puño con su mano.

— O tal vez darle dinero y hacer que deje el país. — comentó Austin.

— No haremos nada de eso. — aclaró Sunghoon. — yo me encargaré de ella. Sígueme.

Miré a sus compañeros y decidí seguirlo hasta llegar a una habitación enorme dónde parecía ser un dormitorio pero a la vez un lugar de trabajo y ejercitación.

— Siéntate y... — mira el perro. — ordenale que se quede quieto.

Lo miré algo confundida por su incapacidad de poder organizar a un perro.

Es como si nunca hubiese tenido un perro.

— Bien. Mira. Soy Park Sunghoon.

— Si

— Entré a tu empresa haciéndome pasar como Suk Kira por un asunto clasificado. — respondió.

— ya veo...

Sunghoon caminó hacia un escritorio donde sacó un documento que le extendió a Tn para que viera.

— Rudolph Lukas Giovicci es un popular organizador de la ventas de personas secuestradas, es catalogado en el número 3 cómo mejor vendedor de armas y droga del mercado negro, cuenta con 187 violaciones comprobadas gracias a comisarías que jamás han logrado levantar la voz ante el y sus guardespaldas son un grupo ex militar de Arabia saudita que ha Sido fuertemente buscado por los extensos porcentajes de asesinatos cometidos en sangre fría.

— Hay una donación OMS, en cada organización de dicho evento, la mitad de su dinero va dirigido a Giovicci para enviarlo a su compañero Gustavo, dueño de hospitales nacionales en diferentes provincias y países y sigo contando como va esto. Estaría revelando por completo la información clasificada. — respondió Sunghoon.

Dios... Meterme en esa empresa fue arruinar mi propia carrera.

— ¿Y dónde estamos? ¿Podré irme de aquí? — preguntó.

— Estás en el edificio central del OPSM.

— ¿OPSM?...

— Organización Polit secreta del mundo. — contestó Sunghoon.

Entonces los espías si existen... Creí que siempre era todo ficticio... Que era una fantasía.

— Y no. — volvió a responder.

— ¿No que?

— No podrás irte de aquí. Mantendremos tu búsqueda establecida en un asesinato a causa de robo, tu familia sabrá al tanto de tu muerte y de ahora en más deberemos buscar una nueva identificación.
No podemos matarte, no podemos hacerlo pero si puedo ayudarte a mantener el margen. — contestó Sunghoon sacando un logo de metal puro para entregarlo a Tn.

— Bienvenida a OPSM.

ᴀɢᴇɴᴛᴇ ꜱᴇᴄʀᴇᴛᴏ x ᴛɴ 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora