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— ¡No hablaré! — contestó Juss gritando.

— ¡Ya deja de gritar! — gritó furioso Sunghoon. — ¡Llevas 5 malditas horas gritando!

Miré a Sunghoon algo sorprendida por su enojo y por como se había callado Juss.
Es como si le hubiera dicho algo que no esperaba escuchar...

— ¡Pareces un niño de 3 años gritando! ¡Pedazo de animal!

Juss cerró sus labios y observó a Sunghoon sin nada que decir.

— Agh... Solo contesta la pregunta. — contestó.

— ¡Dije que no ha-

Juss soltó un suspiro del susto al oír el fuerte ruido del vaso caer a su costado ya que Sunghoon se lo había arrojado.

— No te estaba preguntando. — respondió Sunghoon. — Hablarás, te guste o no.

Sunghoon caminó hacia Juss, tomó su cabello con molestia y lo apretó con fuerza mientras repetía la misma pregunta.

— ¿Dónde se venden las mujeres que compras? — preguntó.

Claro... Lo había olvidado.

Juss era dueña de Miles de terrenos en dónde secuestraban a niñas, mujeres, niños y hasta hombres para venderlos a personas con fetiches sexuales o con pensamientos desagradables a relación con lo sexual...

Juss siguió sin responder que Sunghoon revoloteó su cabello con brusquedad provocando que ella comenzara a llorar...

— contesta.

De alguna manera, no me gustaba ver lo que estaba haciendo Sunghoon.
Me hacía sentir como aquellas horas en dónde me sentaba en una silla enfrente de una pantalla con videos de personas asesinando a otras, abusando física y mentalmente de otras...

— T-turquía...

— que más.

— Italia... Y París...

— Dirección. — respondió Sunghoon apretando con mas fuerza.

— A-ag...h... T-todas... Todas están asociadas con el hotel nacional de levruxre. — Murmuró sollozando del dolor.

Sunghoon soltó el cabello de Juss y caminó hacia la mesa donde anotó en la libreta lo que había dicho Juss.

— ¿Sabes que pasa con las personas que mienten? — preguntó Sunghoon escribiendo.

Su personalidad, su apariencia...

Parecía otro...

— ¿M-mienten? No... No estoy mintiendo. — contestó invadida en el miedo.

Retrocedí con la intención de querer irme pero la orden de Sunghoon me impidió hacerlo.

— Tn, no te vayas.

— ayudaré a Kiminari. — respondí.

— Será mejor que veas. — contestó Kiminari mirando fijamente a Tn.

Miré a Kiminari por cortos segundos hasta ver a Juss quien empezaba a llorar con desesperación y suplicando por su vida.

Sunghoon siguió anotando como si nunca fuera a dejar de hacerlo hasta que de un segundo a otro, apuntó a la cabeza de Juss y disparó quitándole la vida.

Tapé mi boca asustada y me apoye en la pared con brusquedad viendo cómo su cuerpo se desvanecía contra el suelo.

Está muerta.... Sunghoon la mató....

— Eso es lo que pasa con las personas que mienten. — contestó Kiminari con seriedad.

¿Era una indirecta?

Ahorrame el trabajo de no tener que hacer lo mismo contigo. — respondió Kiminari.

— Tn — Murmuró Sunghoon viendo el rostro de Juss.

— Porque tal vez Sunghoon no pueda hacerlo pero yo, si mientes, prometo que te dejaré tu cuerpo incinerado de las veces que te prendere fuego.

maldita mierda...

Kiminari soltó una pequeña sonrisa de pena y salió de la habitación.

Para cuando miré, Sunghoon tenía en la mano el ojo de vidrio de Juss y ya lo estaba metiendo en una especie de caja de regalo.

— Será un regalo.

— ¿Desde cuándo es un regalo el ojo de un humano asesinado? — pregunté con ironía.

— ¿Acaso esperabas que la dejara libre? — preguntó Sunghoon haciendo un moño con las cintas.

— Ella te dijo la verdad.

— No importa cuántas veces diga la verdad, Juss durante años se encargó de secuestrar a miembros de varias familias, asesinó y abusó de ellos y como si no fuera suficiente, armó un mercado de la venta de ellos...

— Pe-

— Algunos de los desaparecidos jamás fueron encontrados. — contestó Sunghoon con seriedad.

— ¿Crees que se merece una oportunidad? — preguntó Sunghoon con sarcasmo? — gente así, debe morir.

Hace horas era una persona tímida y tierna y ahora es un enfermo con necesidad de "justicia".

ᴀɢᴇɴᴛᴇ ꜱᴇᴄʀᴇᴛᴏ x ᴛɴ 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora