46:00

1.4K 136 0
                                    

Caminé con dificultad por el pasillo, su mano apretaba mi brazo y me obligaba a mantenerme en pie.

— Ya sabes cuál es tu castigo por cada error que cometas. — respondió Heeseung empujando mi cuerpo a un cuarto.

— Yo... Yo puedo esforzarme más... Puedo matar a Sunghoon. — respondí tratando de evitar el pensamiento que pasaba por mi cabeza.

— No lo hiciste la segunda vez, menos lo harás en la tercera. — respondió Heeseung.

— ¿Me dejaras tirada? ¿¡Eso es lo que merezco!? — pregunté asustada y con furia.

— Quieres ayudarme, ¿Verdad? — preguntó Heeseung con una sonrisa.

Asentí.

Heeseung se acercó y acarició mi barbilla lentamente... Así recordando las cantidades de veces que Sunghoon lo hizo..

El... El no es Sunghoon...

Me ayudarás ganando dinero.

¿Cómo?...  Solo quiero irme... Quiero desaparecer de este lugar, salir de Italia y comenzar de cero porque ya no tengo a nadie...

Perdí lo poco que más anhelaba.

— Solo debes pórtate como una chica linda y obediente. Muchos pagarán por ti. — contestó Heeseung dejando un corto beso en los labios de Tn — y claro, debes dejar lo mejor para cuando venga a visitarte por las noches.

La puerta fue tocada y Heeseung decidió abrir mientras mantenía una sonrisa.

— Rudolph, ahí la tienes.

¿Rudolph?...

Observé como Heeseung salía de la habitación y cerraba con seguro.

— No me hagas atar tus manos. — contestó Rudolph desabrochando su cinturon.

.                   .                .

Hace tiempo había perdido la cuenta de los días en los que me encerraron en esa habitación.

A diferencia para cuando trabajaba con Heeseung, yo tenía la posibilidad de tomar aire y caminar por la casa.

Ahora no. Ser forzada a la prostitución era vivir con constantes prohibiciones.

- no salir afuera.
- no abrir las ventanas con rejas.
- tener visitas todas las noches, uno más pervertido que otro.
- ser obligada a disfrazarme para su fantasía sexual
- restricción de alimentos

Además de no tener la posibilidad de cuidarme a mi misma...

Era decisión de los hombres que entraban si querían ponerse un preservativo, la mayoría de ellos tenían mujeres y lo tomaban en cuenta. Otros no.

En varias ocasiones me defendí a los golpes con ellos, hasta con Heeseung lo hice pero ¿Para que? Eso lo empeoró todo.

Era catalogada como una 'perra agresiva' y la única idea para 'educarme' era atar mi boca junto con mis manos y mis piernas... Pero eso era únicamente cuando los hombres decidían no comprar la pastilla B.

¿Que era la pastilla B?

La pastilla B era una famosa droga que vendía Heeseung y obviamente era hecha principalmente para las chicas como yo, chicas que solo se defendian de ellos.
La pastilla B debilitaba tus piernas, hace que tu cuerpo sude constantemente, permite que toda la saliva se acumule en tu boca y tu pensamiento está fuera de lo que estás viviendo...

Podría decir que se siente bien no volver a sentir como sus manos recorren mi cuerpo pero no, no puedo decirlo porque de todas maneras, no sabía cuál de las dos malditas cosas es peor.

Para cuándo llegaba la luz del día, me obligaban a ducharme con agua helada, limpiaban la habitación y nos daban un pedazo de pan ya que según ellos, estábamos feas y gordas...

Sunghoon, el nunca más lo volví a ver y tampoco escuché sobre que Heeseung corriera peligro ante su presencia... Es como si hubiera desaparecido.

No tenía esperanza de poder escapar, eso se perdió al instante...

Y aún no sabía cuándo era que mi cuerpo dejaría de reaccionar, la pastilla afectaba de tal manera que mi cuerpo rechazaba por completo la comida forzandome a tener que vomitar durante el día para poder comer lo mínimo...

.                 .               .

— Aquí tienes Rudolph. — contestó Heeseung abriendo la puerta. — Limpia y lista solo para ti.

— ¿Estás segura que está limpia? — preguntó Rudolph con gracia — Desde hace 2 meses que vengo aquí y cada día encuentro más marcas en su cuerpo.

2 meses...

— Que tú no aproveches su cuerpo no es mi problema. — contestó Heeseung contando dinero.

— Tiene la droga, ¿Verdad? — preguntó Rudolph desabrochando su cinturon.

— Cómo tú lo pediste. — aclaró Heeseung guardando el dinero en su bolsillo.

ᴀɢᴇɴᴛᴇ ꜱᴇᴄʀᴇᴛᴏ x ᴛɴ 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora