Capítulo 16

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Más de una semana llega de dolor, muerte, sufrimiento, era lo que ahora vivía.

Un terremoto había golpeado este país, específicamente la ciudad vecina en la que estábamos, el cuerpo de rescate y los médicos no daban a basto y con las réplicas varios más murieron.

Él hambre y las enfermedades llegaron.

Aguas contaminadas, alimentos escasos y grupos de ayuda que no dan a basto. La energía eléctrica no ha sido regenerada, los países vecinos se hacen de la vista gorda, la ONU no ha dado la cara.

La poca ayuda que conseguimos es a base de Médicos Sin Frontera y hemos sido saqueados en más de una ocasión.

Los camiones robamos y los transportistas secuestrados por horas. Tenía 10 días que no me ponía en comunicación con mi hermano, no habían horas para dormir o comer, por el hecho de que las pocas camas eran para los enfermos y la escasa comida para los mismos.

Cuando al fin conseguí que uno de los bomberos del lugar que había ido a traer algunos recién rescatados y para los cuales no veíamos muchas esperanzas de vida, me prestara su teléfono. De inmediato marqué a mi hermano, pasaron 3 tonos donde no atendía.

-Oppa- llamé y mi voz salió gangosa por el desespero de al fin comunicarme.

-¿Seona?, Ohh dios Seona. ¡SeokJin ella está bien!- escuché una voz que se me hacía conocida más no recordaba justo ahora quien era.

Luego escuché ruidos y al fin la voz de mi hermano mayor. -¡Ohhh Pequeña dime que está bien, dilo por favor!- sonaba desesperado.

-Estoy bien, solo no tenemos comunicación. No puedo tardar, quería que supieras que estoy bien.

-Regresa a casa Seona, es peligroso allá. Las noticias...- lo corté

-Estoy bien, nada va a pasarme. Descuida. Me necesitan aquí, no hay mucha ayuda. Debo colgar- el bombero había sido muy amable, no quería abusar más de lo que había hecho, era una llamada internacional, seguro le costará carísima. -Te llamo cuando pueda. Te amo- dije por último antes de cerrar la llamada.

-Gracias

-No hay de que, suerte

-Igual

Regresé y revisé mis pacientes, ayudé a vendar una pierna que era claro se debía amputar, la chica había sido prácticamente sepultada bajo los escombros, su pierna se llevó el mayor daño, pero no teníamos el equipo aquí, se debía usar un quirófano y desgraciadamente otras personas con daños más graves tenían prioridad.

Cuando cayó la noche un grupo de doctores nos sentamos en unos de los cuartos vacíos, estábamos en el suelo conversando de los casos del día cuando el revuelo se desató.

Luego de horas de luchar por ella, la joven había muerto. Su pierna tenía necropsia, 20 años. Apenas estaba comenzado a vivir.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, de pronto lo único que podía ver era muerte, pacientes muriendo y doctores sin dar a basto.

La desesperación llegó a mi, mis piernas temblaban y mis manos no dejaban de sudar, mi respiración fallaba. Solo se que unos brazos me tomaron y depositaron en otro lugar, no había mucha luz pero era Walter, el joven americano que apenas había sido asignado.

Sus brazos aún me envolvían pero la desesperación continuaba, escuchaba su voz pero esta no me reconfortaba.

...

-¿Te sientes mejor?- asentí

-Gracias- pasaron minutos enteros en los que me dediqué a calmarme.

-No es nada- me había corrido un poco para alejarme de su abrazo, debía volver al trabajo eso no estaba en condiciones de atender alguien, no podía.

-No creí que una veterana como tú se rompiera así

-Pasa, aunque lo ocultemos nos pasa a todos.

-Me alegra saberlo. Puedes dormir aquí, unas horas de sueño no te vendrían mal. Atenderé a tus pacientes.

-No creo que sea prudente, tampoco que pueda dormir.

-Lo es, traeré algo para que te calmes.

-Gracias, no sabes cuanto te agradezco.- este se marchó poco después y regresó con un calmante que tomé de inmediato, por el cansancio del día y las pocas horas de sueño en los últimos días logré dormir apenas me recosté en el frío suelo.

...

-No debiste irte allá, debiste quedarte aquí conmigo, así- escuchaba a Namjoon decirme mientras me tocaba.

Sus manos estaban por todo mi cuerpo. Tocaban, más bien amasaban con fuerza mis pechos, mi trasero. Sentía su lengua por mi cuello dejando un camino húmedo por todo su paso, no me gustaba.

No podía hablar, lo sentía sobre mi cuerpo, entre mis piernas, sus manos frías sobre mi piel sensible pero no podía moverme o hablar.

Me sentía asqueada, sucia. Incomoda a su tacto brusco y su voz contra mi piel me hacía estremecer con incomodidad.

Luego recordé donde estaba, que él no estaba aquí y desperté.

Era una pesadilla, una horrible que al despertar me hizo saber que era real.

Las frías manos que me tocaban estaban ahí, tardé un segundo en notar lo que pasaba.

Llevé mi brazo hacia alcanzar a golpear y sentí mi mano arder por lo fuerte que golpeé, no sabía que parte había golpeado pero si lo había hecho bastante fuerte.

Quien se enseñoreaba sobre mí salió corriendo cuando grité y por la poca luz del pasillo pude notar que llevaba sus pantalones sueltos, revisé mi ropa por inercia. Mi blusa estaba desacomodada y mis pechos prácticamente al descubierto, mis pantalones sueltos.

Mis manos comenzaron a temblar y mis sollozos a salir, estuvo a punto que su abuso fuera irreversible. Sus manos aún las sentía sobre mí y su saliva en mi cuello.

Trataba de quitarla con mis mangas hasta hacer mi piel arder. Cuando mis compañeros al fin entraron al oscuro cuarto me vi arrinconándome contra la pared en busca de protección.

La oscuridad me invadió.






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Llamas CruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora