Capítulo 16

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No

No

Estaba demasiado mal, tan mal.

Me había quedado, había anclado mi cuerpo a un sofá de cuero negro y la oscuridad me envolvió.

El pensamiento de que no debería estar aquí no me dejaba, pero tampoco lo hacía el que me hacía permanecer plantado en el sofá.

Las luces permanecían apagadas, incluso cuando la puerta se abrió y ella entró, su silueta, la había recorrido con la mirada las veces suficientes como para reconocerla con facilidad aún en la oscuridad.

Iba en tacones, resonaban con intensidad a medida que se acercaban al tubo de metal que se encontraba en el centro. Una luz roja se encendió y la vi, solo a ella.

Llevaba una bata en satin negra cual dejó sobre el suelo de manera calmada, mi respiración se cortó y la música dio inicio.

Una canción instrumental se escuchó por todo el lugar y mis sentidos se agudizaron, hizo a un lado la bata con su pie y noté una falda extremadamente corta sobre sus caderas, su trasero era algo de otro mundo.

Sus pechos estaban sujetos en un apretado corsé y su cabello recogido, sus manos fueron al tubo y se deslizaron por el hasta tomar el empujé para saltar.

Mi vista no se apartaba, la canción tomó algo más de fuerza y la vi girar y dejarse caer sobre el suelo, luego hizo su trasero hacia atrás, dejándome ver justo lo que tenía en medio de sus piernas y mi vida entera pasó por mis ojos.

Desee correr pero si iba hacia ella podría ver mi rostro.

Ahora su falda cayó

Llevaba una tanga tan pequeña que era una broma para su cuerpo, la deseaba.

Volteate.

Volteate

Necesito ver aquello que....

Dios, ¿Dios que me hiciste con ella?

Su endidura se marca bajo el tanga, estoy demasiado tentado por ella.

Volvió a subir, esta vez acabó de cabeza y dio vueltas, abrió sus piernas.

No

No

Mi cara, necesitaba mi cara en ese lugar, lo quería.

Mi miembro saltó

¡No!

Su mano fue a su trasero, acabó golpeándolo de manera ruidosa antes de volver a subir, la música había cambiado.

No me importa pese a que iba al ritmo de esta. Se acuclilló frente a mí, buscándome con la miraba y abrió sus piernas, desee descubrir mi rostro y recibirla sobre mi regazo.

De pronto mi pantalón no era de mi talla.

Sus piernas quedaron totalmente en punta y su cabeza hacia atrás antes de sostenerse nuevamente del tubo y girar, esta vez de cabeza mientras sus piernas se enrredaban en el.

Que mal estaba hacer eso

Que mal estaba mirarlo

Pero  era lo que le hacía a mi cuerpo.

Casi logré ver como se desacomodaba su tanga pero no pasó, era apretada y nada se movía de su lugar, al menos eso noté, sus pechos por otra parte saltaban junto con sus movimientos.

Volvió al suelo, su pierna derecha se alzó  sobre su cabeza y no...

¡No!

Juraría, lo haría. Si no vi su...

Dios no

No me hagas esto.

¿Como voy a aguantar una hora?

La luz desapareció y con ella la música, pronto esta fue sustituida por el resonar de sus tacones, venía hacia mi.

Ella... Dios, ayúdame.

Sentí su cuerpo sobre mis piernas

¿Hace esto con sus clientes? Yo lo soy, ella no sabe quien soy y está haciendo esto.

Cada pierna fue al lado de las mías, la música volvió, era lenta nuevamente. Ella se movió, se dejó caer tan lentamente sobre mí que apenas noté que estaba literalmente sobre mi polla dura moviéndose como si lo estuviéramos haciendo.

Sus manos buscaron las mías y descansaron sobre sus caderas y entonces, cuando creí que perdería la cordura y la tomaría en ese sofá, ella se alejó.

La luz en el tubo volvió y con ella, la rizada a su lugar. Volvió a subir.

Bajaba y subía en ese tubo como si fuera mentira y acabó.

No se como pero la música se detuvo y ella ya no estaba, se había ido frente a mis ojos y es que estaba tan acostumbrado a sus movimientos de un lado al otro que no noté cuando solo se acercó a la puerta.

Y entonces mi polla dolió

Claro de dolía, pero verla era más importante, entonces lo toleraba.

¿Era seguro salir ahora? No lo sé, pero no podía encargarme de mi pecado en este lugar.

Caminé hasta la puerta y a zancadas llegué a mi camioneta. El dolor en mi entrepierna aumentaba a medida que el pantalón rozaba mi miembro, cuando al fin llegué a mi camioneta no tuve miramientos en desatar mi cremallera y dejar mi miembro fuera para apretarlo con tanta fuerza que acabé llenando el guía y tablero con mi semen.

¡Pero que...

Dios

Dios, esa tentación va a matarme señor.

Soy un pecador perdón.

Mis manos también estaban llenas, mi pantalón también.

Victoria, ¿que me has hecho?









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Llamas CruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora