Capítulo 17

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Mal

Estaba demasiado mal y lo hacía aún así.

Aquel día en que fui a verla, a hablar con ella y al final nunca la confronté, mi salvación se había perdido.

Era consiente de ello, pero no podía parar.

Se supone que debía estar en un retiro, también se supone que no debía estar estacionado mi camioneta en este lugar una vez más, pero es que...

Cuando llegué al hotel ese día no fui capaz de ir allá, me sentía tan sucio, tan pecador. Sentí que iba a ser acusado. Que mi pecado sería visto.

Así que no fui allá, me quedé encerrado, en ayuno, orando, pidiendo clemencia por lo que hice, pero la noche volvió. Quise escapar de lo que mi cuerpo y mente querían, pero soy débil, soy un débil y vil pecador.

Me había vestido y perfumado, me había dirigido a ese lugar de perdición y porque me había apartado.

Lo reconozco y no quiero hacerlo, pero me avergüenza admitir que a pesar del remordimiento que siento, el deseo por ella, por su cuerpo, por su olor, su baile, aquello es mayor.

Caminé por el pequeño y angosto pasillo. Tomé asiento en el sillón de cuero y mis manos sudorosas fueron a mi pantalón para limpiarlas, la puerta fue abierta con normalidad y su silueta apareció, la luz se encendió y la noté dirigirse al centro.

Hoy llevaba un encaje blanco, no dejaba ver sus partes pese a las transparencias, y de alguna manera me sentí decepcionado.

Dios, perdón

La música se escuchó, una música llena de instrumentos, ella se inclinó con el trasero frente a mí, piernas abiertas y torso cerca del tubo, se sostuvo y giró con las piernas abiertas dejando que parte de su endidura a la vista y Dios...

...Dios que la desee más

Lamerla

Chuparla

Dios perdón pero no puedo evitarlo.

Ahora estaba de cabeza, que flexibilidad... sus piernas se abrieron como libro, giró, así, con ellas abiertas y Dios...

Dios que miré de más, Dios que vi humedad.

Perdón

Perdón

Mis piernas no aguantaban estar en la posición que me encontraba, las movía cada tanto no logrando sentirme a gusto, no logrando estar tranquilo con nada.

El placer de verla hacer aquello, de escuchar su respiración cuando la música estaba lo suficientemente baja como para hacerlo.

La vi caer sobre sus rodillas mientras sus palmas la sostenían del suelo, moverse en torno a la música, su pelo risado con ella.

Giró, ahora su atributo trasero y apenas cubierto estaba frente a mi y Dios...

Dios no

Había corrido la tela que la cubría, solo un poco, me habría permitido ver más de ella pero sus dedos sustituyeron la tela y con ello sentí la penosa humedad en mis pantalones a la vez que un sonoro gruñido de placer salía de mí.

Cesaba, yo lo hacía. Mi garganta estaba seca y mi respiración como caballo de carreras. Ella estaba frente a mi y apenas acababa de notarlo.

No

No

El nerviosismo me tomó, está lo suficientemente cerca como para ver mi rostro. ¿O no?

No podía moverme para alejarme, era ella y el sofá, la puerta estaba justo tras ella.

-Creí conveniente acercarme. ¿Qué haces aquí Kim Seokjin?- lo sabe, ella lo sabe, las palabras no salían de mi -Si te preguntas cuando lo noté- dijo y dió un paso más haciendo que mi cuerpo se tensara considerablemente, -La primera noche, la primera en la que viniste y te sentaste en ese sofá, no has parado de venir desde entonces.- informó con tranquilidad -Así que ¿Qué haces aquí Kim Seokjin?

-Yo...

-Supongo que eres uno de esos pervertidos que se meten a la iglesia para hacer creer a los demás que son personas de bien cuando en realidad son unos enfermos.- no se como pero mi mano envolvió su muñeca, ahora me encontraba frente a ella, encarando la, mostrando totalmente mi rostro.

-Te negaste a hablar conmigo- reclamé como si eso fuera justificación por encontrarme aquí.

-Por eso pagaste para verme bailar. ¿Dios te pidió que lo hicieras? ¿Dios dijo: ve a desearle el trasero a Victoria mientras baila?

-No blasfemes

-¿Tu que haces Seokjin? ¿Qué coño haces aquí? No regresaste más a la iglesia para no verme, lo sé. Se que lo hiciste porque te avergüenza haberme pedido una cita para luego enterarte que no soy más que una puta. Por eso no tengo claro que haces aquí. ¿Te gustan las putas Kim Seokjin?

-¡Basta ya! ¡¿Qué es lo que ocurre contigo que hablas de esa forma de ti?! ¡No dejé de ir a la iglesia porque te odiara! Lo hice porque no puedo sacar de mi cabeza tu cuerpo en esa ropa, porque deseo demasiado que aquel momento en que te vi así sea eterno. Porque ¡Dios me castigue si miento! Te deseo.











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Llamas CruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora