Duda.

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Narrador omnisciente.

T/n se encontraba en una plaza solitaria, sentada en el suelo y abrazando sus piernas. No habían personas a su alrededor y sólo la luz de la luna alumbraba un poco el lugar. 

Sus ojos estaban tan rojos y las fuerzas para ponerse de pie habían desaparecido. La ruptura reciente puede golpear tan fuerte. Ella estaba buscando sobrevivir.

Los recuerdos que invadían su mente la dejaban más confundida de lo normal. Elizabeth tenía miedo de perderla, pero fue ella quien se alejó y la dejó, ¿cómo explicar eso?

Para ella, Elizabeth era su gran amor, pero en estos momentos la veía como la persona más mentirosa y sin corazón que ha conocido. No lo quería pensar así, pero era inevitable.

La rabia también se hacía presente y por momentos deseaba no haberla encontrado en aquella fiesta.

Una silueta femenina se acercaba a la chica perdida.

Pov T/n.

Escuché una voz detrás de mí llamándome, fue tan suave, como si no quisiera asustarme. Giré y vi a Victoria. Su cara de preocupación me hizo sentir culpa, no me gustaba eso.

Cuando supo que realmente era yo, se acercó de inmediato, arrodillándose justo frente a mi. Sus ojos viajaron por todo mi cuerpo y rostro, viendo si me encontraba bien.

Sin decir nada, tomé impulso para abrazarla. Una vez que sentí sus brazos alrededor de mí empecé a llorar otra vez.

Victoria no dijo ni una sola palabra pero podía escuchar su corazón totalmente acelerado. Me abrazó tan fuerte, como si su vida dependiera de ello.

Nos quedamos allí por varios minutos, sus caricias en mi espalda me calmaban y agradecí nuevamente por haberla llamado. Su abrazo me hacía sentir bien, tenerla allí me hacía sentir bien y es algo que voy a recordarlo siempre.

Poco a poco las lágrimas dejaron de caer y mi respiración volvió a estabilizarse.

- Lo siento -dije en un susurro, mientras seguía escuchando su corazón que ahora latía normal- No sabía a quién más llamar.

- Shhh, tranquila cariño. Me alegra que me hubieras llamado -las caricias en mi espalda seguían allí, era algo tan relajante- ¿Qué tal si te llevo a tu casa? -me hablaba tan suave que sentí algo de ternura.

- Sí, quiero ir a casa -me alejé, mientras encontraba sus ojos viajando por todo mi rostro. Una vez más, tomó mi cara y empezó a limpiar cada lágrima. Cerré los ojos disfrutando de sus suaves dedos pasando por mis mejillas. 

- Podemos ir cuando estés lista -susurró.

- Ya estoy lista -abrí los ojos, tomando sus manos y apartandolas de mi rostro- Gracias por estar aquí, te lo agradezco mucho.

- Siempre que quieras estaré aquí -una sonrisa apareció en su rostro- Ahora... -se puso de pie- Es hora de irnos a tu casa -me extendió la mano y la tomé en el segundo.

- ¿No te duelen las rodillas? Lo siento mucho -solté una risita. - Te quedaste mucho tiempo en una posición incómoda.

- Me duelen un poco, pero valió la pena -me guiñó un ojo- ¿Nos vamos? -preguntó nuevamente y yo asentí al segundo. Fuimos caminando en silencio una vez más.

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- Bueno, ya estamos aquí -Victoria y yo estábamos frente a la puerta de mi departamento- Sabes que cuando necesites puedes llamarme. No sé qué fue lo que pasó, pero todo tendrá una soluc-

Un Amor Im(posible) - Elizabeth Olsen Y Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora