000.ꜰᴀʀᴏʟɪʟʟᴏ

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ꜰᴀʀᴏʟɪʟʟᴏ

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━━━Solsticio de Invierno.
Monte Olímpo

APOLO NO TENÍA NINGUNA INTENCIÓN de contarme lo que sea que Afrodita esperaba que me contara. 

—¿Has pensado en cuál de mis dones te gustaría tener? —preguntó.

Asentí. Lo había pensado mucho desde que tuve mi primer sueño con Cassandra.

Papá y Afrodita habían hablado de futuro. Incluso si no comprendía aún que tan desgraciada sería con mi destino, había una guerra camino y muchas muertes con ella.

Quizá no pudiera hacer nada para evitarlo, salvo esperar pacientemente.

Pero ahora sabía lo que podía hacer para intentar cambiar lo más que pudiera para mejor.

No solo para mí, sino para todos.

Afrodita comparó mi destino amoroso como digno de una tragedia griega marcada por una antigua profecía.

Pero las tragedias griegas hablaban del destino imposible de eludir. De cómo los dioses jugaban con los mortales como si fueran títeres, tal como siguen haciendo hasta hoy en día con sus hijos, de cómo los mortales hicieran lo que hicieran por evitarlo, era un acto imposible.

La tragedia griega era un lamento por la fragilidad humana ante el implacable destino.

Y siglos más tarde, Shakespeare le dio otro significado, uno dónde la tragedia griega estaba determinada por las facciones humanas. El destino no era inevitable marcado por los caprichos de los dioses, sino que, tal como papá dijo sobre lo que les pasó a Luke y a Alessandra, eran las mismas decisiones de los humanos las que podían determinar la elección final: uno feliz o uno trágico.

Mi destino estaba regido por una profecía, uno no puede escapar de ellas. Lo que se dicta, es lo que pasará.

Pero Afrodita, tal como mencionó Shakespeare, dijo que yo tenía la última decisión.

Sería mi elección a quién lastimaría al final.

Ella había puesto una bomba en mis manos y esperaba que cortara el cable que menos daño colateral dejaría.

Pensé en Paris y Helena.

Hécuba, la madre de Paris soñó cuando estaba embarazada que daría a luz una piedra que incendiaría a Troya, esa roca era Paris y fue por eso que decidieron que debían matarlo. Priamo, su padre, dio la orden, pero Agelao, el siervo encargado de tal tarea, se apiadó del bebé y lo crió como si fuera su hijo.

ʟᴏꜱ ʀᴇɢᴀʟᴏꜱ ᴅᴇʟ ᴀᴍᴏʀ || 𝗔𝗽𝗼𝗹𝗼 #1.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora