Capítulo 19

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Estaba lloviendo afuera, lo hizo durante toda la noche y desde muy temprano en la mañana, el cielo era gris, la ventana estaba húmeda, gotas golpeaban, el viento se agitaba y todo en su conjunto murmuraba como un zumbido en sus oídos. Parecía que el cielo se estaba cayendo a pedazos, era tan caótico que Tsukishima nunca podía evitar sentirse sinceramente atraído, conmovido quizá, le gustaba, especialmente si era frío y podía acurrucarse entre mantas con una taza de chocolate caliente. Podría tener galletas, bañadas con mermelada de fresa y cubiertas de chispas de chocolate, tal vez pastel también o parques recién horneados.

El aroma, el calor, eran siempre suficientes para que quisiera suspirar, sin embargo esta mañana era un instante en el que no podía disfrutar de nada.

— ¿Te duele? ¿Te sientes incómodo en algún lado? ¿Pica mucho? ¿Puedes decirle a mamá si tienes demasiado calor?

Kei, que hasta hace un segundo, ya que su madre lo sujetó, se estaba rascando un costado del cuello, arrugó la nariz — Supongo, hace calor...un poco, pero no es incómodo — suspiró — Estoy bien, no es nada a lo que no esté acostumbrado...lo puedo manejar.

— Si, normalmente...— la mujer rubia sentada a su lado le acarició la mano con cuidado, ya no parecía que estuviera molesta con él al menos, era la única parte buena de haber terminado repentinamente en este estado — Los supresores deberían hacer efecto pronto también, la fiebre bajara y ya no te vas a sentir más incómodo. Ten un poco más de paciencia ¿Está bien?

— Lo sé, puedo tomar una siesta y supongo que estaré bien para cuando despierte, no estoy enfermo de todos modos, solo fue...

Suspiró otra vez. Estaba un poco en celo y se sentía incómodo por todos lados, odiaba sudar y estaba estresado, tal vez algo molesto o enojado, ya no lo sabía. Se suponía que tendría que ir a trabajar hoy, ya había hecho todo lo que necesitaba hacer aunque su familia estuviera en contra, aun así tuvo que quedarse en cama, encerrado en su habitación con emociones quemándole en el pecho los últimos dos días. Realmente estaba molesto y no sabía que hacer más que quedarse ahí y acurrucarse en una esquina con todos los pensamientos extraños que pululaban al rededor.

— Tendrás líneas de expresión, Kei, no frunzas el ceño tan a menudo — un par de manos suaves y gentiles le acariciaron la frente con mucho cuidado. Le sonrió con todo el cariño de su corazón y las emociones del menor se derritieron un poco — No creo que sea tan malo ¿Sabes? Han sido algunos días muy agitados para todos últimamente, así que tal vez podamos tomar esta pequeña oportunidad para reflexionar un poco más sobre los últimos acontecimientos ¿No crees?

¿Si? Bueno, ya lo había adivinado. Su madre no se habría quedado más de lo necesario si no tuviera algo más en mente. Se suponía que ya habían llegado a una especie de acuerdo, pero en esta familia nadie perdía una oportunidad que no pudiera usar a su favor. Kei lo sabía, así que no le molestaba usar su frágil condición para tratar de salirse con la suya, aunque terminara todo una vez más en un incómodo punto muerto.

Todos jugaban el mismo juego y la única persona que siempre se alzaba como el vencedor regularmente nunca cambiaba, pero con su madre nunca se sabía.

— Ya dije lo que tenía que decir antes, todo siguió las regulaciones apropiadas...yo estoy de acuerdo, es la oportunidad que estaba esperando y no quiero dejarla ir; no lo haré.

— Bebé, no necesitas llegar tan lejos por un enamoramiento...no estás siendo como tú, este no eres tú ¿Si? ¿Puedes pensarlo un poco más? Un chico no tiene derecho a cambiarte.

Be Mine, Dear  [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora