Capítulo 23

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La mesa estaba servida espléndidamente con todo tipo de bonitos bocadillos, formas tan fascinantes cómo una obra de arte, colores pastel, chocolate y un aroma dulce que despertaba el apetito. Té, galletas, aperitivos salados destinados a realzar el sabor del dulce y oh ¿Cómo podría olvidar mencionar a la deliciosa compañía de este elegante grupo de señoras que estaban encantadas contando chismes? ¿Cómo podría? ¿Cómo? Si eran tan...pintorescas.

— Ha pasado tiempo desde que nos reunimos así ¿No? Es divertido — Yamaguchi, quien se encontraba sentado a su lado, estiró muy discretamente la cabeza, probablemente en un intento de ver las cartas en sus manos — No es muy usual verte en este tipo de reuniones.

— ¿Te parece tan extraño? — murmuró el rubio y el moreno se rió muy bajito entre dientes, sin perder la oportunidad de tratar de mirar otra vez — Pareces animado.

— ¿Tú crees? Oh — el pequeño tramposo se agitó hacia el frente y suspiró a las cartas que fueron apoyadas sobre los labios del rubio, ocultas de la vista de todos. Sonrió con amargura — Bueno, creo que todo ha ido bien ¿Recuerdas la cita de la que te hablé? Nos conocimos y creo que nos gustamos.

— ¿Ya...? — el rubio torció los labios detrás de sus cartas — ¿Estás seguro de que es una persona confiable? Tú...no deberías dejarte llevar por tu primera impresión tan fácilmente, la mayoría de los Alfa son...suelen ser engañosos.

El moreno sonrió y asintió — Creo que es amable, me gusta — susurró el moreno, con voz más quedita, casi tímido y alegre — Kuroo también es así contigo ¿No? Entiendo lo que quieres decir sobre las primeras impresiones, él parecía alguien diferente ¿No? Daba un poco de miedo cuando lo vi en tu fiesta de cumpleaños, pero lo conociste y te enamoraste de él ¿Verdad?

— ¿Ena...? Eso no...

El rubio contuvo el aliento ¿Amor? Frunció el ceño ¿Algo como eso? Se sonrojó, que locura, por supuesto que no y abrió la boca para negarlo rápidamente, sin embargo sus palabras fueron robadas por la voz de la mujer que aplaudió, llamando la atención de todos aquí.

— Creo que ya es hora de revelar nuestras cartas.

Tsukishima agitó la cabeza, cartas, este juego al que su madre le había insistido en asistir. Todos estaban interesados en el premio que ella decidió arrojar a la mesa con orgullo, sin embargo el rubio no lo pensó demasiado. Honestamente no estaba prestando atención y solamente imitó los movimientos de todos porque nunca se molestó en aprender bien esto. Ni siquiera contuvo el aliento como las demás y simplemente se limitó a arrojar lo que tenía ya que parecía bueno, fuera lo que fuera que hubiera conseguido en este largo juego de canasta. Entonces cayó sobre él, sobre la escala real que se reveló ante los ojos de todos, una lluvia de jadeos y lamentos ahogados de mujeres que negaron y suspiraron con pesar.

Había ganado, que felicidad tan poco bienvenida...ahora podría tener un tratamiento facial completo o lo que fuera.

— ¡Tsukki es increíble! — Yamaguchi vitoreo.

— Bebé, lo hiciste muy bien.

Su madre lo felicitó alegremente, igual que las otras personas que vieron con melancolía su victoria, sin embargo el rubio solo se limitó a mirar las cartas sobre la mesa, sin sentir mucho ¿Era tan extraño? Probablemente habría sido muy pretencioso de su parte admitir que solo había tomado y arrojado cartas al azar desde el principio, aunque realmente hubiera sido así porqué apenas podía recordar las reglas del juego. No le gustaban las cartas o el azar porque no eran interesantes.

Be Mine, Dear  [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora