Capítulo 36

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Su habitación tenía un aroma y una atmósfera similar, paredes color vainilla cubiertas con pequeños detalles que él mismo había colocado a lo largo de los años. No había nada especial por supuesto, ningún objeto ausente o extra al rededor, sin embargo el rubio pensó que podría matar el tiempo mirando o tratando de encontrar un lugar para el enorme conejo de felpa que había traído con él antes de que la silenciosa mujer que lo había acompañado hasta aquí decidiera hablar o al menos hasta que decidiera dejar de mirarlo tan intensamente.

Lamentablemente parecía que sus expectativas eran demasiado altas y que este silencio comenzaba a volverse raro a medida que se prolongaba con más fuerza.

— Supongo que esta es la parte en la que me encierran para toda la vida ¿No? ¿Crees que puedas darme un momento para ver la luz del sol?

— No te vamos a encerrar, cariño.

¿No? Kei, que abandonó su conejo sobre la cama, se cruzó de brazos muy a la defensiva, alzó una ceja con una expresión llena de dudas. No podía decir si las palabras eran o no ciertas dada la actitud, el silencio, tan sospechoso que los acompañó todo el camino de vuelta a casa. Ya sabía que era lógico que no estuvieran felices después de haber elegido quedarse atrás...con Kuroo, un Alfa, pero tampoco era tan malo ¿No?

Siempre quisieron que tuviera un novio ¿No? Al menos su madre si lo esperaba.

— Supongo que...— la rubia vaciló, las palmas de sus manos alisaron con elegancia su vientre y suspiró — Era una pequeña opción, tu padre quería traerte de vuelta de inmediato...estaba muy molesto, pero tú hermano...parecía desacuerdo.

— Ni siquiera me dirigió la palabra, creo que lo noté antes, pero ¿Por qué no está aquí?

La rubia sonrió gentilmente, entonces atravesó la amplia habitación y se sentó sobre el borde de la cama, palmeando el asiento a su lado — Sabes que no es capaz de sostener su enojo cada vez que te mira, te ama con todo su corazón y no puedes esperar que se quede tranquilo cuando parece que están robándose descaradamente el niño de su corazón.

— Ah...— el rubio comenzó a sentirse un poco complicado, nadie lo estaba robando, se fue solo ¿Lo iban a encerrar después de todo? ¿Qué harían? ¿Un monasterio? ¿El campo? Tal vez el desierto, una cabaña en una montaña o...— ¿Van a hacer que vaya con el abuelo?

— Por supuesto que no, tu abuelo te adora, pero no puedo aceptar la manera en la que siempre ha tratado de protegerte...no podría soportar no volver a verte más, bebé.

Kei contrajo los labios, vacilaba. Finalmente decidió sentarse junto a su madre ya que no parecía que tuviera intensiones de recriminar o condenar sus acciones — Bueno...supongo...— entrelazó los dedos y apretó las manos — Akiteru dijo que estaba bien que me quedara, pero...lo lamento.

No necesitaba disculparse porque era un adulto, no mucho, pero quizá si le recordaba a su madre a la otra aparte culpable podría terminar con esto ¿No? Todavía tenía trabajo que hacer.

— Tu hermano...mi Akiteru — su madre suspiró con una profunda melancolía en el corazón, negaba con la cabeza — Ya hablé con él al respecto antes, deberías haber adivinado que nos hizo ceder ya que no te pedimos que vinieras de vuelta, era una cuestión de trabajo y...tu tío estaba en el hotel, prometió que te protegería; no era un alivio para mí o para tu padre, pero tú hermano dijo que era importante para ti.

Be Mine, Dear  [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora