Be Mine, Dear [Omegaverse]

Capítulo 53

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Tsukishima sintió una desagradable sensación de sacudida cuando abrió los ojos. Le dolía el estómago, estaba mareado, confundido y letárgico. Su cuerpo no parecía ser suyo, su conciencia oscilaba y no sabía si la razón por la que no podía reconocer el espacio en el que se encontraba era porque estaba demasiado confundido o si resultaba demasiado poco familiar para él. La luz era escasa, un pitido mecánico resonaba desde algún lado y él se quedó en silencio, tratando de entender mientras parecía hundirse lentamente en frío.

Había tenido un sueño extraño otra vez ¿Por qué? No debería importar demasiado ya que era solo un sueño, no debería prestar atención a una mentira, pero a veces estaba demasiado ansioso por recordar, porque era tan vivido, tan difícil de explicar...

— ¿Kei? ¿Cariño? ¿Bebé?

Esa voz, parpadeó, movió con mucha dificultad los ojos a la borrosa mujer rubia que irrumpió el espacio en blanco que lo rodeaba y parpadeó. Le daba la impresión de que estaba ansiosa aunque no la podía ver muy claramente. A penas podía sentir lo cálidas que eran las manos que lo sujetaban, apenas podía entender que estaba pasando, pero dolía un poco ¿Qué? No estaba seguro.

— ¿Madre? — agitó los labios, resecos y ásperos, su voz fue tan baja y quebradiza que pareció desmoronarse hasta la última sílaba. Le dolía la garganta, era difícil, muy difícil y él solo quería dormir y hundirse otra vez.

— Oh, cariño...mi bebé...— ella sollozó y lo apretó con fuerza, su mano delicada y suave le acarició la mejilla con cuidado, lo miraba con un par de ojos que temblaban como un mar lleno de emociones, lágrimas pequeñitas que le dolieron el corazón — Mamá está aquí, cariño...mamá vino a cuidarte ¿Si?

El parpadeó y frunció un poco los labios. Ya lo podía ver y ya podía recordar más o menos, pero no estaba seguro de cómo exactamente llegó aquí. Tenía mucho sueño y, esto fue muy extraño, cerró los ojos por un momento porque quería poner en orden sus ideas, sin embargo la luz se había vuelto mucho más apagada y melancólica dentro de la habitación y había una persona extra aquí, un hombre en bata blanca que hablaba muy seriamente con su madre.

¿Cuándo había llegado ahí?

— ¿Mamá?

— ¿Bebé? — ella volteó rápidamente y le sonrió con el aliento contenido, alivio y algo que no podía identificar en sus ojos, se acercó rápidamente y le acarició el rostro, lo besó con cariño — Dame un segundo ¿Si? No tengas miedo.

— Oh, no...

Ella se volteó e invitó al médico a salir fuera. Mientras tanto el rubio agitó los dedos de los pies y de las manos tanteando la fuerza en su cuerpo. Había una aguja en su dorso por lo que no pudo evitar fruncir el ceño. Había tenido un mal día ¿No? Se mordió los labios, de pronto sintió que quería llorar y al mismo tiempo que estaba a punto de sofocarse. Ya recordaba.

Podía recordar.

— Bebé...cariño ¿Te sientes mejor? — ella se acercó con cautela a la cama, sostenía un papel con mucho cuidado entre sus brazos. Su mirada complicada y algo aturdida — ¿Puedes hablar con mamá por un momento?

Bajó los párpados. Honestamente, no quería, no tenía ganas de saber cómo había llegado aquí y no quería explicar lo que había sucedido antes. Era cobarde y demasiado tonto, estaba avergonzado y triste. Dolía, no sabía que podía doler tanto, no sabía que sería tan insoportable, no tenía idea de que lo destrozaría así, hasta este patético punto.