Capítulo 11

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Era extraño tener a todos los Gryffindor de 5º año, además de unos pocos más, reunidos en la Sala de Menesteres, pero Harry había creído que era hora de reunirse de nuevo para mantener a la gente al día, sobre todo porque la mayoría de los estudiantes se habían ido a Hogsmeade, así que nadie se preguntaría dónde habían desaparecido tantos de ellos. Estaba muy bien reunirse en el dormitorio de los chicos de 5º curso, pero había varias personas que ahora se perderían cosas de esa manera, a excepción de Hermione, que no tenía ningún problema en entrar.

-¿Por qué estamos todos aquí entonces?- preguntó una chica que Harry ahora sabía que era Fay Dunbar.

-Estan aquí porque tengo que explicarles algunas cosas-, respondió Harry, -sobre todo acerca de su papel en cualquier guerra que pueda avecinarse en el futuro-.

-¿Podría venir?- preguntó Sally-Anne. -Dumbledore parecía actuar como si fuera una conclusión inevitable antes de desaparecer-.

-Sí, bueno, en realidad ya no trabajo con Dumbledore-, admitió Harry, provocando el jadeo de varias personas.

-Harry, ¿de verdad es buena idea decir todo esto. No tenemos ninguna seguridad de que no vayan a pasar la información-, advirtió Hermione.

-Yo confío en ellos-, sonrió Harry, -sobre todo ahora que los he sacado de la guerra-.

-¡Realmente nos sacaste de la guerra!- exclamó Lavender. -¡A todos!-.

-Sí. La única regla es que no pueden atacar a ningún mortífago. Puedeb defenderse si los atacan abiertamente, pero si se mantienen al margen les garantizo que ustedes y sus familias estarán a salvo, al menos de los mortífagos-, sonrió Harry.

-¡Hiciste un trato con ya sabes quién!- jadeó Sally-Anne.

-Sí-, admitió Harry. -Ha vuelto, al contrario de lo que dicen los periódicos, pero tampoco está tan sediento de sangre como algunos nos quieren hacer creer. Ni siquiera está a favor de la erradicación de los muggles-.

-Su manifiesto es realmente interesante-, reflexionó Hermione, -aunque tengo algunas notas para él-.

-Entonces le pasaré esa información-, se rió Harry.

-Incluso podrías conseguir que añadiera otro nombre-, dijo Hermione con suficiencia.

-¿Otro nombre?- preguntó Fay.

Harry se rascó la cabeza tímidamente. -Le ayudé con algo y, como agradecimiento, me dio una lista blanca. Nombres de personas que no pueden ser objetivo. Ahora tenemos una especie de quid pro quo. Si hago algo que él quiere, o se me ocurre algo que le ayude, puedo añadir nombres a la lista. Hay algunas reglas más, pero eso no es importante-.

-¿Qué hiciste para poder añadir cinco nombres?- preguntó Fred.

-Lavender me dijo que su padre está en la junta de gobernadores y tiene mucha influencia sobre las familias de la luz-, explicó Harry. -Junto con Sally-Anne, ideamos una manera de que yo pueda ayudar a influir en cualquier votación que hagan. Básicamente, el padre de Lavender les enviará mensajes secretos de mi parte y les diremos que hay un impostor de Dumbledore ahí fuera que intenta arruinar su reputación, así que no deben fiarse de nadie que no sepa cómo se difunden los mensajes-.

-A mamá y papá les gustará esa idea-, admitió Ron. -Sinceramente, les resultará más fácil creer que alguien se hace pasar por Dumbledore y trata de arruinar su reputación que creer que Dumbledore no es en realidad ese faro de todo lo bueno y puro-.

-Sí, da un poco de miedo lo fanática que puede ser a veces-, reflexionó George.

Harry no pudo decir nada más porque llamaron a la puerta. Al abrirla, apareció Draco Malfoy.

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