Capítulo 30

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-Gracias por hacer eso por mí-, dijo Ron, sonriéndole un poco a Lucius Malfoy, algo que nunca se había imaginado hacer.

-No hay problema, señor Weasley-, respondió Lucius, inclinando la cabeza magnánimamente. -Me han encargado que atienda las necesidades del señor Potter y sus amigos, así que no hacía más que cumplir con lo que consideraba mi deber-.

-Por supuesto-, suspiró Ron, -es porque soy amigo de Harry-.

-¿Es eso algo malo?- inquirió Lucius.

-Supongo que no-, murmuró Ron, -pero no puedo evitar sentir que eso es todo lo que soy. Hermione tiene su cerebro, Ginny se está haciendo un nombre en Quidditch, aunque no lleva mucho tiempo en el equipo. Incluso Neville se está dando a conocer como el chico de Herbología. Yo, sin embargo, no soy nada, sobre todo ahora que Harry no está en el colegio, y no sé si alguna vez lo seré. Ni siquiera soy especial en mi familia-.

-¿De verdad crees que es así?- preguntó Lucius.

-Claro que sí-, se burló Ron. -Bill era el más guapo, Charlie era un gran jugador de quidditch y ahora tiene sus dragones, Percy era el más inteligente, los gemelos siempre fueron conocidos por sus bromas y ahora están planeando abrir su propia tienda de bromas y Ginny era la única chica y ahora se está dando a conocer por ser una gran buscadora. ¿Qué me queda a mí?-. Ron negó con la cabeza y miró a Lucius un poco avergonzado. -Lo siento, no pretendía despotricar así. Seguro que tienes cosas mejores que hacer que escuchar mis problemas-.

-Podría decirse que no, ya que mi tarea actual es velar por ti y garantizar tu seguridad-, señaló Lucius, -y de todos modos no sería un problema. Aprendí hace mucho tiempo que, a veces, el simple hecho de tener a alguien con quien desahogarte puede hacerte mucho bien, ya que te permite desahogarte. Mi mujer, Narcissa, ha pasado muchas tardes escuchándome despotricar, y yo a ella, y los dos somos mucho más felices y sanos por ello-.

-Qué bien por ti-, dijo Ron, con una sonrisa agridulce en la cara. -Me alegro de que tengas un matrimonio feliz. Mi padre siempre parecía insinuar que tu mujer y tú tenían problemas, pero no sé de dónde podía haber sacado esa idea-.

-Imagino que es porque Narcissa y yo tenemos amantes-, dijo Lucius, muy serio, y Ron sólo pudo mirarlo boquiabierto. -Ambos sabíamos desde pequeños que éramos más bien espíritus libres a los que no les gustaba estar atados y que teníamos tendencia a aburrirnos con mucha facilidad, pero por desgracia la sociedad de magos de la época prácticamente dictaba que teníamos que casarnos. Por eso hicimos un trato nos casaríamos y nos mantendríamos fieles hasta que Narcissa me diera un heredero, pero después seríamos libres de vernos con quien quisiéramos-.

-Entonces qué, ¡has tenido novias a pesar de estar casado!-.

-También he tenido novios-, admitió Lucius con una sonrisa, -aunque algunos no fueron más que aventuras de una noche. Me temo que soy un poco más quisquilloso que Narcissa, que suele salir con sus parejas durante varios meses por lo menos. Rara vez encuentro a alguien que mantenga mi interés durante más de un mes-.

Ron frunció el ceño. -Es una lástima. ¿Qué tipo de cosa estás buscando?-.

-¿Por qué? ¿Le interesa convertirse en mi amante, señor Weasley?-. Lo dijo en broma, pero Ron sólo pudo quedarse mirando estupefacto la afirmación antes de sentir que sus mejillas empezaban a arder de vergüenza.

-Bueno, no sé si amante sería la palabra adecuada-.

-Pero estás interesado en hacer algo conmigo-, insistió Lucius, mirando a Ron de cerca.

-Bueno, verás, Harry había hablado antes de lo estupendo que era besar a chicos, o, bueno, a un chico supongo, y me preguntaba si realmente era todo eso-.

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