Capítulo 41

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Percy se ajustó la túnica con nerviosismo mientras se encontraba frente al Wizengamot en la infame Sala 10 del Tribunal. Era la primera vez que se presentaba solo ante los pilares de la sociedad mágica para exponer sus hallazgos y, por no ponerle demasiadas pegas, Percy lo estaba petando. Había pasado meses, a petición de Lucius Malfoy, revisando varios registros con un peine de dientes finos, comprobando y triplicando fechas y horas y recorriendo varias salas de registros polvorientas tratando de encontrar cada trozo de pergamino pertinente para asegurarse de que nadie pudiera cogerle desprevenido presentando de repente alguna prueba nueva que se le hubiera pasado por alto. Si algo surgía ahora, era imposible que existiera antes, al menos no en los registros públicos.

Al principio había aceptado ayudar a Lucius Malfoy en nombre de la justicia. Algunos lo habían acusado de venderse pero, en su opinión, no había nadie mejor para asegurarse de que el hombre no intentara utilizar su poder e influencia para beneficiarse del sistema; a pesar de su escasa educación, Percy sabía que ninguna cantidad de dinero lo haría cambiar de opinión, no después de que los viajes de culpabilidad de su madre hubieran fracasado. Sin embargo, lo gracioso era que Malfoy ni siquiera lo había intentado y había estado por encima del sistema todo el tiempo, sabiendo de alguna manera que estaba del lado de la ley.

Había que admitir que la idea de enfrentarse a Dumbledore había contribuido a su decisión y que esperaba demostrar a sus padres lo falible que era el hombre. Creía que lo había conseguido, al menos en general, pero sus padres parecían seguir siendo miembros del club de fans de Dumbledore. Al menos ahora sabía que sus hermanos pequeños no lo eran, lo cual era un alivio, pues significaba que no tenía que preocuparse de que se vieran arrastrados a cualquier descabellado plan que se le hubiera ocurrido a Dumbledore.

Había sido gratificante recibir elogios por un trabajo bien hecho, pero Percy sería el primero en admitir que darse cuenta de que Sirius Black había sido encarcelado sin juicio y que a nadie parecía importarle había hecho tambalearse un poco su fe en el Ministerio, razón por la cual se había alegrado de asumir el papel de investigar a todos los demás "mortífagos convictos" para asegurarse de que había otras pobres y desafortunadas almas a las que el sistema había jodido. Se lo esperaba, no se puede tener una institución tan grande como el Ministerio sin que surja algún tipo de corrupción en sus filas, pero lo que había encontrado le había asombrado por completo y le había hecho cuestionarse todo lo que le habían contado durante toda su vida, y había que admitir que estaba un poco preocupado por lo que pudiera significar.

Aquel proceso ya había conseguido acaparar mucha atención y Percy no podía evitar pensar que eso había sido a propósito, lo cual, por supuesto, le suponía una presión extra, aunque no le parecía ni de lejos tanta como la idea de que Draco Malfoy le estuviera observando. Sabía que algunos de los alumnos de Hogwarts habían sido invitados a presenciarlo de nuevo pero, con la mente totalmente concentrada en los preparativos para la vista, Percy había olvidado aparentemente que Draco estaría entre ellos hasta que captó un destello de pelo rubio blanco por el rabillo del ojo.

Había estado demasiado ocupado para ver a Draco desde el Baile de Yule, aunque Percy tenía que admitir que aún estaba intentando procesar todo aquello, y no se refería sólo a la increíble mamada que le había hecho Draco en los jardines. En todo caso, la propuesta de Draco de salir con Percy con vistas al matrimonio había sido realmente asombrosa. Como hijo mediano de una familia numerosa, había aceptado plenamente que nunca se le consideraría una posibilidad seria de matrimonio, a pesar del pedigrí de su familia, y había estado tomando medidas para asegurarse un matrimonio con alguien con quien pensara que tenía la oportunidad de construir una buena vida; no una gran pasión, sino alguien con quien disfrutara conversando, que también pareciera compartir muchos de sus valores y a quien Percy pudiera ver compartiendo su vida cómodamente. Entonces Draco entró en su vida y lo puso todo patas arriba.

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