Capítulo 39

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Harry entró dando tumbos en el despacho del director de Hogwarts.

Severus suspiró. -Supongo que sería demasiado esperar que aprendieras algo de gracia, sobre todo si piensas seguir del brazo del Señor Tenebroso-.

-No parece importarle-, hizo Harry un mohín mientras se sacudía.

-¿Ah, sí? ¿Quizá lo compensa de otras formas?-. Snape enarcó una ceja inquisitiva y Harry se sonrojó.

-No se me ocurre a qué te refieres-.

-Claro que no-, sonrió Snape.

Harry frunció el ceño. -Por cierto, ¿cómo estaba la señora Malfoy? No pude verla mucho en la fiesta-.

-Buen intento Harry pero llevo demasiado tiempo jugando a este juego como para que eso me afecte-, sonrió Severus. -Pero Narcissa es muy buena, gracias. Pasamos una velada muy agradable hasta que Lucius pidió ver a su propia amante-.

Los ojos de Harry se abrieron de par en par. -¡Oh! Lo sabes, ¿verdad?-.

-Sí, Narcissa me lo contó. Me sorprendió un poco, lo admito, y desde luego no quiero estar cerca si sus padres se enteran. Puede que incluso encuentre una excusa para irme del país si me avisan con suficiente antelación. Aunque difícilmente puedo decir algo sobre ellos cuando facilité activamente tu propia relación, ¿no?-.

-Es bueno saberlo-, suspiró Harry.

-¿No pareces muy emocionado con eso?-.

-Me alegro si Ron se alegra-, admitió Harry, -pero no he tenido mucha oportunidad de hablar con él de ello. Me enteré poco antes del baile y no es que pudiera decirle nada a Ron allí no fuera que alguien nos oyera-.

-Es comprensible-. Snape se volvió hacia el retrato de Phineas Nigellus. -¿Me haría el favor de pedirle al señor Weasley que venga a mi despacho cuando salga de clase, por favor?-. Phineas Nigellus asintió y desapareció. -Ahora Harry, ¿puedo preguntarte por qué te has caído tan ceremoniosamente por mi chimenea sin avisar?-.

-Oh sí, lo siento, estaba tan emocionado que me lancé directamente a través del floo sin pensar-.

-Otra cosa que aparentemente nunca cambiará-, suspiró Severus. -Que te lances de cabeza a las situaciones-, explicó ante la ceja inquisitiva de Harry.

Harry sonrió. -Supongo que realmente soy un Gryffindor. El Sombrero Seleccionador sugirió Slytherin al principio-.

-Dios no lo quiera-, se estremeció Severus. -Quizá tenga que hablar con ese trapo apolillado si piensa así-.

-Bueno, me las arreglé para persuadirlo de que me pusiera en Gryffindor, así que no hay daño-, sonrió Harry.

Severus se quedó pensativo. -Me pregunto. El sombrero no suele aceptar sugerencias, pero me lo imagino diciéndote lo que necesitabas oír-.

-A menos que estuviera captando el pedacito de Voldemort que llevo dentro-, musitó Harry y Severus gimió.

-¡Yo no he oído eso, no vuelvas a decirlo en voz alta!- resopló, llevándose la varita a la cabeza y sacando un hilo tenue y plateado y metiéndolo en una botella. -Por favor no vayas a hablar de eso Harry ya que solo pondrás en riesgo a ambos-.

-Oh, cierto, lo siento. De todos modos, ¿de qué estábamos hablando?-.

-Me estabas explicando lo que te trae por aquí-.

-¡Ah, sí!- Harry sonrió. -Necesito preguntarte algo. La señorita Gregorovich por fin me ha dado el visto bueno para cosechar partes de Basilisco gracias a mi último ensayo, así que venía a preguntar cuándo sería un buen día para hacerlo-.

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