Capítulo 53

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A la mañana siguiente Harry se levantó y preparó el desayuno como de costumbre, acordándose de añadir una tercera ración para su nueva incorporación. Ágata y Albert ya estaban levantados e intentaban trazar un mapa de la zona para ver qué habían visto dónde, así como dónde podrían intentar buscar a continuación. Al parecer, Albert había pasado no hacía mucho por delante de unos palos de rosa que habían entusiasmado mucho a Ágata.

-Ya he usado antes palo de rosa de la India que añadía unos maravillosos potenciadores de nigromancia a los hechizos, pero he oído que el palo de rosa brasileño tiene propiedades protectoras, así que tengo curiosidad por saber qué tal es-, se entusiasmó Ágata.

-¡Necromancia!- preguntó Albert. -¿Por qué, en nombre de Merlín, querría alguien poder hacer eso mejor?-.

Agata se rió. -Oh Albert, no me digas que eres uno de esos tontos incultos que no saben que la curación es parte de la nigromancia-.

-Lo sé, querida, pero eso no significa que me guste sacar el tema-, resopló Albert y Ágata soltó una risotada desenfadada.

-Oh, querido Albert, me temo que he ofendido tu delicada sensibilidad-.

Albert refunfuñó un poco, pero no parecía demasiado molesto y Harry no pudo evitar preguntarse si estaría pasando algo entre los dos. No estaba seguro de qué era exactamente, pero le recordaban un poco a Ron y Hermione. Aquellos dos no estaban juntos ahora pero habían considerado una relación en algún momento y Harry se preguntó si estos dos también podrían llegar a eso en algún momento. Ágata podía ser abrasiva pero tenía buen corazón y Albert parecía bastante simpático. Tampoco era mal parecido, no tenía el mismo atractivo que el Señor Tenebroso, pero Harry podía admitir que era un poco parcial.

El mapa improvisado se apartó del camino mientras Harry servía el desayuno. Albert le dedicó a Harry una cálida sonrisa de agradecimiento por la comida que ayudó a congraciarlo con Harry, más aún cuando a cambio le sirvió un vaso de agua.

-¡Qué caballero!- exclamó Ágata, y Harry le dio la razón. Empezaba a comprender la atracción que ejercían esas personas en todos los dramas de tía Petunia. En realidad, Harry no había experimentado un trato semejante, y probablemente por eso sintió que se ruborizaba un poco cuando Albert dijo que su comida era deliciosa. Después del desayuno, Harry fregó los platos mientras Ágata y Albert recogían sus provisiones para el día y el grupo salía en busca de algunos árboles mágicos.

-Sabes, serías un buen esposo para la casa, Harry-, dijo Albert mientras caminaban entre la maleza. -Alguna jovencita se va a dar un gustazo cuando se case contigo-.

-Hombre-, corrigió Harry, mientras retomaba su tarea habitual de marcarles el camino. -Soy gay-.

-Ah, ya veo-, reflexionó Albert. -Entonces supongo que eres, cómo se dice, 'el de abajo' en una relación. Pareces tener una personalidad muy cariñosa y atenta, imagino que te gusta mucho cuidar de tu pareja-.

-Así es-, asintió Harry, -aunque a veces no sé si él realmente lo aprecia-.

-¡Oh! ¿Entonces tienes un compañero?- preguntó Albert. -Debo admitir que me sorprende, sobre todo que te haya dejado venir a un viaje como éste-.

-Lo hizo-, admitió Harry, -pero no estaba muy contento al respecto y al principio trató de detenerme. Yo insistí, sin embargo, y él había dicho que nunca me obligaría a hacer nada, así que tuvo que dejarme ir-.

-Es bueno que no te obligara-, reflexionó Albert. -Aunque el hecho de que lo considerara me preocupa. Pareces un joven muy dulce, Harry, y me preocupa que este compañero tuyo pueda estar intentando forzarte de otras maneras-.

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