Capítulo 20

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No había sido hasta muy entrada la noche cuando la señora Weasley había abandonado la cocina y Harry, Sirius y Remus habían podido bajar a cocinar sin ser molestados. Harry había aprovechado el tiempo para hojear algunos libros de cocina en la biblioteca e intentar familiarizarse con la receta, ya que la última vez que había hecho curry verde tailandés tenía un montón de pasta de curry preparada gracias a Dobby. Una parte de él había pensado en llamar al otro elfo para que le ayudara, pero le preocupaba que eso provocara demasiadas preguntas para las que la gente no estaba preparada. Quería a Sirius, pero era un perro viejo y testarudo que se aferraba a las ideas como a un hueso. Si Harry conseguía que cambiara de opinión, tendría un poderoso aliado, sobre todo porque Remus también vendría. Sólo llevaría tiempo; tendría que seguir erosionando la imagen dorada de Dumbledore en la cabeza de Sirius y, con un poco de suerte, él mismo se daría cuenta de la necesidad de hacer una pausa.

Era un poco extraño moverse por la vieja cocina, aunque fuera nueva para él. Las sartenes estaban junto al fregadero y los platos junto al horno. Era posible que esto tuviera algún tipo de lógica enrevesada para la señora Weasley, pero Harry tenía un fuerte deseo de moverlo todo hacia donde más le conviniera, aunque no esta noche, ya que ahora era demasiado tarde, posiblemente mañana si la señora Weasley continuaba con este ridículo comportamiento. Había dos armarios cerrados con llave, probablemente con provisiones que la señora Weasley había traído consigo, con notas de la propia mujer en las que decía que sabía exactamente lo que había en esos armarios y que habría graves consecuencias si faltaba algo por la mañana, pero había sido amable y había dejado algo de pan y sopa para ellos, ya que estaba segura de que ya tendrían hambre.

La "sopa" era una especie de caldo de verduras y el pan estaba rancio. Harry se dio cuenta de que la señora Weasley intentaba convencerles, pero se alegró mucho de haber tenido la previsión de planear una comida decente. Tardó un poco en encontrar la comida que Kreacher les había conseguido, sobre todo porque había limpiado y reparado la despensa para ellos y a Harry ni siquiera se le había ocurrido mirar allí. El espacio estaba repleto de toda una variedad de alimentos con énfasis en hierbas y especias. Sirius le explicó que su padre había hecho un Grand Tour por Asia Oriental cuando él dejó el colegio y que le había cogido cariño a la cocina, así que siempre había crecido comiendo comidas picantes.

-¿Por eso no te gustaba la comida de Hogwarts?-, preguntó Remus. preguntó Remus.

Sirius asintió. -Aunque pronto aprendí que eso no era más que otra forma en que mi familia era rara y empecé a tenerles un poco de rencor por ello. Pero no deberías preocuparte, Harry- dijo Sirius, volviéndose hacia Harry, que estaba de pie junto a los fogones. -Ya no soy ni de lejos tan quisquilloso como entonces y creo que las ratas han arruinado por completo mis papilas gustativas-.

Harry frunció el ceño. -Eso fue durante el Torneo de los Tres Magos, ¿no?-.

-Bueno, primero empecé a comerlas en Azkaban, ya que la comida de allí era en realidad peor que comer esas criaturas-, admitió Sirius, -pero me puso en buena posición para ese año-.

-Tal vez, pero no deberían haberte obligado a hacerlo. No en Azkaban y mucho menos cuando estabas huyendo. ¿No dijiste que Dumbledore sabía dónde te escondías? ¿Cómo es que nunca pensó en dejarte algo de comida como hice yo? Incluso podría haberle pedido a uno de los elfos domésticos que lo hiciera, así nadie se habría dado cuenta. No es que sobren toneladas de comida después de cada comida-.

-Quizá se le olvidó-, se encogió de hombros Sirius. -Es un hombre muy ocupado-.

-¿Como si se hubiera olvidado de hacer algo respecto a las condiciones de Azkaban?-. preguntó Harry con un tono ligeramente acusador en la voz.

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