Capítulo 17

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Harry esperaba impaciente en la puerta principal del número 4 de Privet Drive, estirándose la camisa por enésima vez mientras esperaba la llegada del Señor Tenebroso. Había pensado en esperar fuera, pero sabía que eso sólo habría sido peor, sobre todo si el Señor Tenebroso decidía dejarle plantado, ya que era bastante obvio que iba vestido para acudir a una cita. Había elegido una camisa oscura de color rojo burdeos y unos pantalones negros lisos, sin saber a qué tipo de lugar le iba a llevar el Señor Tenebroso, pero quería parecer que se había esforzado un poco, ya que era su primera cita. No es que cualquier esfuerzo no se hubiera arruinado ya. Harry se había frotado el pelo con las manos tantas veces que estaba seguro de que había pasado de ser un cabeza de cama a estar simplemente desaliñado y los tirones de la camisa habían hecho que la tela se arrugara más que cuando la sacó del fondo del armario.

Estaba muy nervioso. No estaba seguro de si se alegraba de que Dudley no estuviera aquí para verlo en ese estado o si deseaba tener a su primo allí para pedirle consejo. Aquella tarde se había lavado la cara cinco veces tratando de decidir si maquillarse o no. Sólo pensaba ponerse una mancha de kohl negro y quizá un toque de brillo de labios, pero tenía horribles pesadillas en las que el Señor Tenebroso le cerraba la puerta en las narices en cuanto lo veía y no se atrevía a dar ese paso.

Estaba mirándose al espejo y preguntándose si debería echar mano de su legendaria valentía de Gryffindor y dar el paso cuando se oyó el ruido de un coche entrando en la entrada. Harry estaba confuso y se preguntaba si podría estar oyendo cosas, ya que no creía conocer a nadie que supiera conducir, y mucho menos a nadie que lo visitara a esas horas de la noche, cuando llamaron a la puerta. Curioso, Harry la abrió cautelosamente y se quedó mudo ante lo que vio. Allí, de pie en el umbral, estaba el Señor Tenebroso, sólo que no se parecía en nada a la última vez que Harry lo vio. No, éste parecía una versión ligeramente más vieja del apuesto hombre que había salido del diario en su segundo año.

Harry se sintió un poco mareado en parte por los recuerdos del terror que había sentido al verse obligado a luchar contra aquella enorme serpiente y en parte por la enorme punzada de deseo que sintió al ver al Señor Tenebroso tan guapo. La sensación empeoró cuando sacó un ramo de rosas rojas de su espalda.

-Son para ti Harry, a modo de disculpa por haber estado un poco distante estos últimos meses sólo que no quería volver a verte hasta que hubiera encontrado la forma de corregir el ritual-.

-¿Pero por qué?- Harry frunció el ceño.

De hecho, el Señor Tenebroso parecía un poco avergonzado. -La última vez que estuvimos juntos me di cuenta de que te había disgustado un poco mi aspecto-.

-Si te refieres a mi reacción cuando te toqué la cabeza fue sólo porque me chocó un poco, eso es todo-, protestó Harry. -Me gustabas tal y como eres-.

-Soportar mi aspecto podría haber estado bien para ti, pero yo soy el Señor Tenebroso, Harry, quiero que la gente caiga rendida a mis pies y puedo ver que tomé la decisión correcta sólo por la mirada en tus ojos. Nunca antes me habías mirado con una lujuria tan pura-.

Harry se sonrojó y apartó la mirada. -Es sólo una sorpresa, eso es todo-.

-Aún así-, sonrió el Señor Tenebroso, -me complace enormemente tener tal efecto en ti, aunque debes estar advertido, tengo toda la intención de utilizarlo en mi beneficio esta noche-.

Harry tragó saliva y sintió que la polla se le retorcía ante todas las implicaciones que encerraba aquella afirmación y cómo deseaba que se hicieran realidad.

-Probablemente debería ponerlas en agua-, balbuceó, cogiendo el ramo y esperando un respiro rápido para intentar controlar su libido.

No hubo suerte.

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