Una chica nueva llega a la mansión Heelshire, después de que pasara un mes de aquella noche donde Greta había logrado escapar.
Ella llega emocionada al saber que tiene una oportunidad para olvidar el terrible accidente que la atormenta. Llega con l...
Una mansión en medio de un bosque, bosque que podría devorar a cualquier ser con tan sólo poner un pie.
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El bosque podría tragarse a la misma mansión si lo deseará, podría hacerla desaparecer si su naturaleza se lo dice. Mí naturaleza me pedía a gritos que moviera tan sólo un pie, pues entre toda la oscuridad alguien sobresalía. Talvez el no me iba a devorar pero estaba segura qué podía hacerme sentir el mismo infierno, hacerme caer hasta rogar. Era un momento de cual no podía saber si era parte de una pesadilla o si en realidad pasaba en mi mundo real.
El hombre que ahora estaba detrás de mí era demasiado alto e incluso el espejo era incapaz de ver por completo todo su ser. Giré lentamente porque en el fondo quería creer que todo era una pesadilla y que al final terminaría despertando del susto; al girar me podía sentir aún más pequeña a su lado.
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Su cabello estaba en completó desorden casi cómo si no conociera un cepillo, su ropa estaba aún peor y la máscara que portaba cubría por completo su rostro. Lo único que resaltaba eran esos ojos color verde con un vacío tan profundo que podrías ver tu propio reflejo.
Estaba tan perdida observando cada detalle de aquel misterioso hombre, qué ni siquiera fui capaz de darme cuenta qué el estaba avanzando hasta quedar a escasos centímetros. Era talvez alguien del pueblo que sabían que los viejos Señores estaban solos, por lo que significaba que estaba para robar cosas de valor, aunque desde que había llegado lo único que para los Heelshire tenía valor era el muñeco.
Podía sentir su pesada respiración en mi cabeza, el aliento que emanaba de él chocaba contra la máscara y él sonido de su corazón latiendo rápido era lo único que podías escuchar; la diferencia de altura era demasiada pues apenas lograba llegar por debajo de su pecho. Ambos nos quedamos sin mover un músculo, casi cómo si ambos quisiéramos descifrar algo en nuestros cuerpos. Pasados los minutos logré sentir cómo él subía lentamente sus manos hasta llegar a mis hombros pensé que tenía malas intenciones pero sólo acomodó un tirante caído de mí camisón.
—No sé qué buscas pero será mejor que te vayas —le susurré sin mirarlo a ver, pues sus ojos de verdad me parecían muy hipnóticos. El silencio fue su única respuesta, parecía estar más entretenido con mi presencia ya que sólo me miraba de pies a cabeza, casi cómo si quiera guardar perfectamente el recuerdo de esta noche.
