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El día estaba por terminar y el aire fresco me hacía sentirme más cómoda. La vista que tenía desde el tercer piso era increíble, podía ver los lindos paisajes que este país tenía y aún que mi visita no era para disfrutar no podía quitar este sentimiento.

Me consolaba saber que todo estaba transcurriendo cómo lo había planeado, todo estaba tal cuál. Esta vez no dejaría que nada se me pasará, tenía los pies bien puestos en la tierra y nada podía salir en mi contra. Incluso podía decir que mi plan estaba avanzando más rápido de lo normal.

El sonido del teléfono me hizo enojarme, quien rayos marcaría justo en mi mejor momento.

—Qué quieres? —enfadada respondí.

—Necesito hablar contigo urgentemente —la persona del otro lado sonaba muy nerviosa.

—Ya estamos hablando no? —prendí la música para no perder la cabeza de nuevo.

—Tu sabes a lo que me refiero.

—No se puede, sabes que solo una vez lo hice y me arriesgue mucho —comencé a levantar la voz para hacer notar la autoridad que tenía.

—Las cosas se están saliendo de control.

—Lo dices por la carta que mandaste?

—Sí.

—Escucha esa carta no tiene nada que me indique un peligro, al contrario —tomé la carta y la tire al fuego; lo mejor era no guardar evidencia—. Todo va como quiero.

—Cómo sabes que no te matará a penas te vea?

—Porqué yo tengo algo que esa chica no.

—Qué?

—Control sobre Brahms.

La termine la llamada y subí el volumen de la canción. Me encanta imaginar todas las cosas que haría con él, lo haría sufrir tanto que al final se pondría de rodillas pidiendo la muerte y a esa chica de su lado, le  esperaba el mismo fin que él le había dado a Cole.

Estaba segura qué no me detendría hasta ver toda la mansión en llamas.

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Baje a la cocina sabiendo que por fin, Brahms me había quitado la tarea de estar todo el día en la cama. Mis heridas habían mejorado, al igual que todas mis fuerzas; todo parecía mejorar poco a poco.

Al llegar a la cocina el aroma del alcohol está por todas partes, lo cual me sorprendió bastante. Al entrar vi a Brahms en el suelo, por las botellas a su alrededor sabía que estaba más que ebrio.

Buenos días bello durmiente —me acerqué hasta el tocando suavemente su cabello.

Parecía no importarle mi presencia, pues a pesar de que me vio enfrente de él, únicamente me miró y volvió su vista al techo.

Beso De Buenas Noches Donde viven las historias. Descúbrelo ahora