☾︎☀︎︎|maite|☀︎︎☽︎
Terminó mi valija, mi semana en Manchester ya se había acabado, llegó la hora de volver a Argentina.
De reojo puedo ver cómo entra mi sobrino corriendo, con una hoja en sus manos, lo quedé mirando... Ya que me estaba sonriendo, bastante diría.
— ¿Qué me vas a pedir Ramirito de mi corazón?. —le pregunté, dejando mis manos en mi cintura.
— en realidad, si podés darte esto a mi tío Luca. —me extiende el dibujo.— Somos nosotros dos, también te dibuje a vos, para no dejarte afuerita.
Se me rompe el corazón muchísimo más de lo que estaba roto al escuchar eso, no puede ser que mi propio sobrino me salga con estas cosas.
— ¿Tia? ¿Estás bien?. —me pregunta, con una expresión de preocupación.
— si... Yo se lo doy, no te hagas problema. —le trate de sonreír, ocultando las ganas de llorar.
— gracias tía, yo otro día te hago uno a vos, pasa que a vos te ví y a él no. —hace hombritos.
Asentí, no podía hablar, sentía que si hablaba me largaba a llorar. Me seguía doliendo tanto.
Lionel se va de la habitación corriendo y yo me siento en la cama para mirar detalladamente el dibujo, éramos Luca, Lionel y yo, los tres estábamos con una remera de boca puesta, justo la de Luca.
Cómo la que él le dió a Nadia, cómo las que él solía darme a mí...
Me seque las lágrimas que se me habían escapado, porque apartir de acá, al volver, no pienso derramar una lágrima más por Langoni, lo que pasó, paso, no voy a seguir dejando que me afecte.
— Maite, ¿Estás?. —se asoma Paulo.
— si, me falta bajar la valija solamente ¿Por?.
— ya tenemos que ir yendo para el aeropuerto, déjame que te ayudo. —entra, para agarrar una de mis valijas.
Guarde el dibujo bien en mi mochila, para agarrar mi otro valija y así bajar. Nos encontramos con mi hermana, mi cuñado y mi mamá. Lo que más odiabamos de visitas así eran las despedidas, odiabamos tanto despedirnos.
Las cosas se subieron al auto, yo iba con el changuito y Agustina, obvio atrás las mellis, Lionel iba con mi vieja y Paulo. Mi mirada se cruza con la de mi cuñado, que justo ambos habíamos mirando hacia el espejito retrovisor.
— ¿Ya pudiste hablar con mi amigo?. —me pregunta, y logra que lo mire mal.
— chango. —susurra Agustina.
— no pasa nada Agus, ya no es tan importante igual. —me reí, tratando de no demostrar importancia.— Y no, no he hablado con él, tampoco voy a hacerlo.
— capaz fue una confusión¿No?. —vuelve a hablar Zeballos.
— las últimas dos semanas que estuve con él, lo único que escuchaba era "es una confusión", no me vengas con eso ahora. —lo mire, ya me estaba alterando.
— bueno Mai, pero la vida del futbolista es asi, capaz que no le dió la remera a ella, se la dió a otra persona y no se, por cosas le llegó a sus manos.