Capítulo 11: Maldición presente

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Un gran odio invadió el cuerpo de Beelzebub, estaba más que furioso y quería acabar con la existencia de ese hombre que se había aprovechado de su pareja.

Sin embargo, también se sintió sumamente culpable ya que se había enterado del secreto de Tesla aún sabiendo que su novio no quería que lo supiera.

Se arrepintió, se arrepintió de haber forzado a su humano a casi tener relaciones, su lujuria lo estaba consumiendo pero ahora que conocía el trauma de Nikola... Toda esa perversión había desaparecido.

Lo único que quería en ese momento era correr con su amado y abrazarlo, besarle la frente y consentirlo como si no hubiera un mañana.

Y sobre todo, disculparse por lo que sucedió.

Su furia aumentó más cuando escuchó la voz de su novio decir:

“No podría soportar que Beelzebub se entere de esto y sienta asco hacia mi persona”.

Su corazón se detuvo, ¿Por qué Nikola pensaría eso? El lo ama sin importar lo que pase y Jack se lo había aclarado lo suficiente.

—Jamás sentiría asco hacia ti, Nikola... —dijo a la nada, sentado en el sofá y sosteniendo con fuerza la tablet.

Estaba más que dispuesto a dirigirse a la habitación de Jack para conversar con Tesla y arreglar la situación, no obstante, una voz lo detuvo.

“¿Vas a dejar las cosas así como así?”

Abrió sus ojos con sorpresa, miró hacia todos lados del laboratorio y no encontró de dónde provenía la voz.

“¿No vas a hacer nada?”

Esta vez, Beelzebub se puso rápidamente de pie y buscó el origen de la voz, pero no encontró absolutamente nada fuera de lo normal.

Se limpió los ojos con las manos y al bajarlas, se vio a sí mismo, la única diferencia era que éste tenía la esclerótica de los ojos completamente negras.

—Es la primera vez que nos vemos cara a cara, Beelzebub. —dijo el contrario.

Era más que obvio de quién se trataba y esta vez, Beelzebub estaba desconcertado; por mucho tiempo se había dedicado a encontrar al ser que provocaba sus desgracias, pero no importaba cuanto buscara, nunca lograba dar con él.

No solo eso, ¿Por qué ahora estaba parado frente a sus ojos rojos?

—Satanás. —le llamó serio.

—¿Sorprendido? —se burló, sus ojos solo demostraban malicia y perversión.

—¿Por qué apareces ahora? —cuestionó y es que aprovecharía el momento para sacar información y resolver sus dudas. —Estoy ocupado.

—Precisamente por eso estoy aquí, hablando contigo. —se encogió de hombros. —¿No vas a intentar matarme?

Beelzebub solo lo veía estando a la ofensiva y con un rostro de pocos amigos. —¿Por qué habría de hacerlo? Esta vez no has lastimado a Nikola y con eso me doy por bien servido.

Satanás solo rio y entrecerró los ojos como si se estuviera burlando. —Pensé que ya te habías dado cuenta.

—¿De qué estás hablando? —si ere lo que estaba pensando, entonces...

—La maldición no ha desaparecido ni jamás desaparecerá. —se acercó levemente a Beelzebub. —La única razón por la que no he matado a Nikola es porque también estoy enamorado de él.

—¿Qué?

—Si lo piensas bien, eso te conviene porque de no ser así, hace mucho que ya le hubiera atravesado el corazón. —parecía que solo estaba tratando de jugar con Beelzebub.

—Si te atreves a tocarlo, te juro que...

Satanás lo interrumpió. —¿Jurar, qué? No puedes matarme y tampoco te puedes morir por tu cuenta.

—Bastardo... —Beelzebub ofendió, hace mucho tiempo que no se sentía tan vulnerable.

—Pero cambiando de tema, Beelzebub, si tú no haces nada por Nikola, lo haré yo. —frunció el ceño y el ambiente se tornó más pesado de lo que ya estaba. —Y sabes que mis métodos no son muy pacíficos.

—No tienes ni que pedírmelo, yo también quiero a ese hombre muerto. —Beelzebub apretó sus puños con coraje.

—Al menos en eso concordamos. —finalizó Satanás.

Solo bastó un parpadeo de parte de Beelzebub para que Satanás desapareciera, sin duda, esa charla había sido nueva para él pero lo que más le preocupaba era que su maldición siguiera en pie.

¿Y si un día Satanás dejaba de amar a Tesla? Sacudió su cabeza mentalmente, ya pensaría en eso después.

Tenía que hablar con Nikola, eso era lo principal actualmente.

El secreto de Nikola TeslaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora