Capitulo 26: Maldición

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Nikola trabajaba en su laboratorio ya pasando de medianoche, ni siquiera había visto el reloj; lo único que quería era sacar a su tonto novio de su cabeza, pero por más que lo intentaba, no podía, lo amaba y nadie podría ponérselo en duda, sin embargo, ya no sabía si su relación con Beelzebub era lo mejor.

—Tal vez lo mejor sea darnos un tiempo... —habló a la nada dejando salir un enorme suspiro derrotado, no obstante, dejó sus herramientas de lado al sentir un escalofrío de gran magnitud, algo andaba mal y lo confirmó cuando un leve aroma a azufre se hizo presente.

Se dio media vuelta y comenzó a observar todo su laboratorio, sentía que alguien estaba ahí y no precisamente era una "persona" amistosa. Su instinto se lo decía y, aunque, fuera un hombre de ciencia, a veces se tomaba la molestia de escucharlo, no por algo los animales lo tenían.

—Lo mejor será que me vaya a descansar. —llevándose una mano a la cabeza, se dijo. —Posiblemente esté cansado y por eso esté imaginando cosas.

—Buenas noches, Nikola. —sentado sobre la mesa y con las piernas cruzadas de forma elegante, Satanás saludó con una sonrisa.

Era obvio que eso tomaría por sorpresa al científico, y así fue. Se hizo a un lado con un pequeño sobresalto y se giró hacia su derecha que era donde se encontraba una mesa vacía, pero que ahora estaba siendo ocupada.

—¿Beelzebub? —no lo creía, ¿Por qué su pareja estaba en su laboratorio cuando había sido claro con él? No quería verlo, al menos no actualmente. —No, tú no eres Beelzebub. —de inmediato supuso que no era su novio, tenía la misma apariencia que el señor de las moscas, pero su presencia era completamente distinta.

El contrario ladeó de forma leve su cabeza y, posteriormente se levantó de su asiento aun sin borrar esa sonrisa que mostraba superioridad. —¡Bien hecho! —aplaudió varias veces. —Soy la maldición del imbécil de Beelzebub, Satanás.

—Bueno, lo supuse en cuanto sentí el olor a azufre, eso no fue muy original de tu parte. —por otro lado, Nikola no se dejaría doblegar por él y mucho menos dejaría salir el miedo. No era parte de él, ni siquiera cuando murió por segunda vez.

—¿No te gusta mi aroma? —se olfateó la manga de su brazo. —Puedo cambiarlo a uno de tu agrado, aunque tienes razón, el olor a azufre es bastante cliché sobre todo en las películas humanas donde me representan. —elevó sus hombros demostrando desinterés.

—¿Por qué estás aquí? —Tesla cuestionó con seriedad. —¿Vas a matarme?, ¿Comerme?

El demonio avanzó hacia el científico, sin embargo, éste nunca retrocedió. —¿Por qué asumes que te voy a matar?

—Eres la maldición de Beelzebub, y solo se hace presente cuando su amor llega a la cúspide, además, viniste hacia mí. —su voz no mostraba miedo alguno, incluso mantuvo el contacto visual con el Dios.

—¿Y nunca te preguntaste por qué no vine antes a matarte si Beelzebub te amaba tanto?

—...

—¿No vas a responder? —tomó suavemente el mentón del humano. —¿Quieres que yo te diga?

Con un golpe en la mano del demonio, Nikola se alejó varios pasos hacia atrás. —No hace falta, me gustaría más que fuera el mismo Beelzebub quien me dijera las razones.

—Tiene sentido, digo,  quiero decir que es obvio que quieras escucharlo después de que descubriera que casi abusan sexualmente de ti. —expresó con sarcasmo y, avanzó un paso hacia el humano y al notar la mirada de horror y confusión, supo que había dado en el blanco. —No me mires así, es natural que conozca muchas cosas, además, ver tu rostro lleno de miedo y de desesperación fue satisfactorio.

—Es suficiente. —apretó sus puños y frunció el ceño. —Si no tienes nada importante que decirme, entonces sal de mi laboratorio.

—Claro, me iré, pero primero tengo varias razones por las que vine aquí. —y en un acto veloz e imperceptible a la vista, Satanás empujó a Tesla hasta que su espalda chocara con la pared, lo tenía acorralado con ambas manos puestas a los lados del contrario.

Aquel acto sorprendió al humano, intentaba pensar cuál era la razón por la que la maldición de Beelzebub fuera a visitarlo, si lo iba a matar, entonces ya lo hubiera hecho sin tanto rodeo.

Sin embargo, sintió como su piel se erizaba cuando Satanás recargaba la cabeza en su cuello y comenzaba a olerlo. —¿Qué estás haciendo? —trató de empujarlo, pero al parecer, el demonio tenía una fuerza inigualable.

—Hueles muy bien, Nikola, tienes una loción que me vuelve loco.

—Qué bueno que me dices, porque creo que es hora de cambiar mi fragancia a una que te desagrade. —intentaba mantenerse firme, aunque comenzaba a ponerse nervioso y esperaba por todos los cielos que Satanás no intentara nada que le provocara una recaída. Se había esforzado tanto como para volver a empezar de cero.

Satanás sonrió y con una mano, sujeto el rostro ajeno para verlo a los ojos. —Entonces, atenderé los motivos por los que vine.

Sin pensarlo ni un segundo más, Satanás unió sus labios con los de Tesla, fue ahí cuando empezó una guerra entre ambas bocas. Satanás por devorar y "marcar" territorio en el humano, y Tesla por intentar separarse de él.

Nikola abrió sus ojos con desagrado cuando sintió la lengua del contrario en su cavidad bucal así que, sin dudar en ninguno de sus pasos, optó por morderle el labio al demonio que se estaba aprovechando de él.

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—¡Ahí viene Beelzebub! —gritando en un susurro, Qin exclamó dando la indicación para que todos se fueran a sus puestos.

—Ya retírate de ahí, Hércules. —susurró Jack y suspiró aliviado cuando vio que su gigante novio se quitaba de la banca para dirigirse con ellos con precaución.

—¡Se sentó en la banca! —comentó Sasaki en voz baja.

—Todo va de acuerdo con el plan. —con autoridad, Qin manifestó. —Es hora de comenzar.

El secreto de Nikola TeslaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora