Capítulo 50: Clímax

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Contenido adulto

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Para un dios, era difícil cansarse de cualquier actividad que requiriera esfuerzo físico, y es ahí cuando Beelzebub agradecía ser lo que era.

Veía como su pareja estaba más que cansado, al borde del colapso... Todas esas caras que Nikola proyectaba cada vez que lo profanaba eran solo para él y eso le encantaba.

Él era el único que tenía derecho de verlo así y se encargaría de cumplirlo.

—Eres hermoso, Nikola... No dejes que nadie más vea esta faceta tuya, yo tampoco lo permitiré. —expresó sudoroso embistiendo con más fuerza a su humano, buscando aquella zona erógena que lo haría llegar al límite.

"Ni yo." Dentro de la cabeza del señor de las moscas, escuchó la voz que más detestaba en todo el inframundo, cielos, infiernos, monte olimpo, y cualquier otro reino gobernado por un dios.

"Ya te había olvidado." Con furia, Beelzebub chasqueó la lengua.

Era verdad, lo que estaba sucediendo Satanás podía verlo y en el peor de los casos, sentirlo y, ahora que estaba haciendo el amor con su amado, Satanás era consciente de ello.

—¿Beelzebub? —al no sentir los movimientos de su pareja, dirigió su mirada al mencionado temiendo que estuviera a punto de hacer otra cosa que lo volviera loco.

—¿Eh? —dejó de lado a Satanás, si le decía a Nikola sobre eso, no sabría cómo reaccionaría y, aunque en cierto modo su humano conocía dicho tema.

—¿Estás bien? —calmando su respiración, Tesla cuestionó.

El dolor ya no era tan fuerte pero ahí estaba solamente combinado con placer. Una experiencia que no sabría cómo describir.

—Sí, solo estaba pensando en cambiar de posición, necesito llegar más profundo y escuchar esa voz que me vuelve loco por devorarte. —sonrió lleno de lujuria.

Dicho y hecho, sujetó las nalgas de Nikola y lo comenzó a elevar sin siquiera sacar su miembro de él.

—Es... Espera, Beelzebub. —con los nervios de punta, el hijo de la luz sintió como su interior revoloteaba, como el pene de su pareja se recargaba más contra una de sus paredes internas. —Más despacio... —apretó los ojos con fuerza, no comprendía muy bien la posición que el contrario quería lograr. No tenía cabeza para eso en ese instante.

—Quiero hacerlo mientras te sostengo en mis brazos así que, abrázame para que puedas agarrarte o si no, te puedes caer y lastimar. —susurró el demonio estrujando las posaderas de su amado, manoseándolo sin descaro y por supuesto, escuchando sus gemidos.

—Bien... —con sus ojos acuosos, aceptó la propuesta, aceptaría cualquier posición menos una donde no pudiera verle el rostro.

En dicho momento, Beelzebub bajó la cadera del humano y se agachó hasta donde creyó prudente. —Te sientes muy bien, Nikola... —le susurró justo cuando sintió que su humano lo abrazaba por el cuello.

—Todavía me duele... —se recargó por completo en el hombro de su amante.

—Todo estará bien. —nuevamente, le sujetó por las nalgas y sin poner nada de fuerza, se levantó cargando consigo al amor de su vida. —Eres muy ligero, por eso eres mi pequeña y amada chispita.

—Es porque eres un dios, ustedes tienen fuerzas muy por arriba del estándar humano. —se aferró más al demonio.

—No me sorprende que incluso mientras nos entregamos el uno al otro, sigas queriendo seguir con tu apariencia de científico. —sonrió y antes de que el hijo de la luz pudiera reprochar lo que dijo, comenzó a arremeter contra él de nuevo.

El secreto de Nikola TeslaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora