Capítulo 47: Aquí estoy

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Contenido adulto

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Nikola sentía como su interior se iba calentando poco a poco, el sentir que tenía un objeto ajeno a su cuerpo dentro de él, le provocaba una sensación extraña y más porque ese "objeto" entraba y salía sin consideración, aunque con cuidado de no herirlo.

Las gotas de sudor que bajaban por su rostro se combinaban con las pequeñas lágrimas que iba soltando, deslizándose por su erizada piel hasta caer y chocar con la cama.

Y ahora, los espasmos cada vez eran más fuertes, predecía que en cualquier momento estallaría y se desvanecería.

—Por favor... —susurró echando para atrás su cabeza y su espalda se arqueó buscando las manos de su amante, no podía resistirlo más.

Sin levantar su cabeza, miró a Beelzebub quien parecía que no había escuchado sus palabras suplicantes, él simplemente estaba jugando con su cuerpo virgen y para su grata sorpresa, lo estaba disfrutando al extremo.

De la nada, su cuerpo se estremeció a tal punto que engarruñó los dedos de sus pies y apretó con más fuerza las suaves cobijas que pronto serían manchadas.

Un gran gemido salió de su boca atrayendo la atención del señor de las moscas, esa sonrisa que mantenía le decía que había encontrado algo que estaba buscando por mucho tiempo.

"¡Ah!"

—Oh, Nikola... ¿Te gusta que te toque ahí? —con gran superioridad, el demonio nuevamente apretó ese punto sensible de su pareja haciéndolo gritar, gritos que para su excelente gusto, le resonaban como música para sus infernales oídos.

—Si lo vuelves a apretar, yo... —su voz salió entre leves jadeos y una respiración entrecortada, si Beelzebub tocaba nuevamente ese punto "G", entonces terminaría...

"Si te corres con los puros dedos, es porque no aguantas nada." Recordó las palabras de su queridísimo amigo, "Lo siento, Qin, no creo que resista." Se dijo el hijo de la luz.

—Parece que ya estás acostumbrado a un solo dedo. —sonrió, sacó su dedo escuchando el gemido de su amado y, posteriormente se lamió el dedo con perversión.

"¡¿Pero qué te pasa, Beelzebub?!" se gritó mentalmente, por mucho que lo intentara las palabras no salían de su boca y era culpa de su cuerpo casto, estaba demasiado cansado y todavía faltaba camino por recorrer.

Por su parte, el demonio observaba como su pequeño novio más alto que él intentaba decir algo, le parecía tierno verlo tan desprotegido por su culpa y en el buen sentido.

—¿Te digo algo, mi pequeña chispita? —al notar que su humano tragaba preocupado por lo que iba a decir, prosiguió. —Eres tan limpio, que tienes un leve sabor a jabón de vainilla. —acto seguido, comenzó a besar la pierna de su amado.

—¡No digas eso! —por fin, las palabras salieron de su boca, estaba más avergonzado que aquella vez donde Qin le bajó los pantalones delante de Göndul, ¿Motivo? Desconocido.

Para el señor de las moscas, escucharlo avergonzado era buena señal, pero ahora, no podía detenerse, quería más y cada vez más. Esperaba por lo que sea que su amado no se arrepintiera; parar le sería complicado.

Fue dando pequeños besos, mordidas suaves y leves chupetones por toda la pierna de su amado que tenía recargada en su hombro, fue bajando poco a poco hasta que llegó al trasero de novio.

Sin previo aviso, sujetó ambas piernas por detrás de las rodillas y las empujó hacia adelante de tal forma que la cadera del hijo de la luz se levantaría considerablemente.

—¿Beelzebub? —si bien, estar en esa posición era algo incomodo, pero más que nada bochornoso. —¿Qué es lo que...? —y antes de que pudiera seguir hablando, una extraña sensación recorrió su parte baja.

Tesla al dirigir su mirada hacia su pareja, se dio cuenta de todo... Beelzebub estaba lamiendo su entrada como si quisiera llegar al dulce suave de un caramelo no solo eso, también adentraba su lengua moviéndola por todas partes.

No sabía qué decir ni cómo reaccionar, en toda su larga vida como científico nunca pensó que llegaría el momento en donde le estarían dando un beso negro.

Por supuesto que los colores se le subieron a la cabeza, una cosa era el sexo oral, pero esto... Lo volvía loco.

Sentía como la lengua de su amante rosaba y chocaba contra las paredes internas sin vergüenza alguna, no comprendía como Beelzebub era capaz de realizar un acto tan bochornoso.

—Beelzebub... —elevó su mirada para encontrarse con la del señor de las moscas, al verlo, se quedó mudo, puesto que sus ojos le decían lo excitado que estaba y eso que él ha estado haciendo todo el trabajo.

De la nada, su cuerpo llegó al éxtasis, y sin previo aviso Nikola terminó por eyacular manchando su tonificado, pero no tanto torso.

Fue ahí cuando sintió que Beelzebub le bajaba las piernas y se acomodaba como en un principio lo hicieron.

—Tu rostro dice que te gustó. —sonrió con perversión mientras echaba lubricante en sus manos.

—¡Por amor a la ciencia! —por su parte, Tesla se exaltó, no entendía como su pareja podía estar como si nada después de todo lo que había hecho. —¡¿Cómo puedes decirlo de una forma tan tranquila?!

—Es porque se trata de ti...

—Y por ese motivo tampoco te patee... —con firmeza y cariño, hizo contacto visual con el demonio.

—Estás aprendiendo.

—Es un don.

—Ahora, meteré dos dedos, ya debes estar preparado para eso. —avisó con tranquilidad a su humano.

Y así fue, sintió un dolor agudo en sus posaderas cuando Beelzebub introdujo dos dedos, podía percatarse de como su pareja jugaba con él, metía y sacaba sus dedos una y otra vez, los movía de un lado a otro, formaba circunferencias moviendo su muñeca y todo lo que se le pasara por la cabeza.

Por supuesto, los gemidos del hijo de la luz inundaron la habitación por completo, esta vez el dolor desapareció más rápido y se convirtió en ¿Placer?

Siendo así que, sin aviso de Beelzebub sintió como el nombrado metía un tercer dedo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y su cuerpo se contrajo, por alguna razón esta vez le había dolido un poco más.

Su respiración se volvió más agitada de lo normal hasta que sintió como Beelzebub lo besaba aún jugando con su entrada.

—Respira profundamente, Nikola... —pegó su frente con lentitud sobre la de su humano. —No me iré, aquí estoy.

El secreto de Nikola TeslaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora