Capítulo 17: Piensa mal y acertarás

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A partir del momento en que el señor de las moscas tuvo en sus manos el libro que relataba la vida de Nikola, lo leía todos los días.

Habían pasado varios días desde que consiguió el libro, aprovechaba cada momento libre que tenía para leerlo y para conocer más sobre su pareja.

¿Estaba mal por saber cosas de su pareja que aún no le contaba? Era un demonio, el pecado de la gula así que no se podía esperar mucho.

Se aseguró por completo de tapar el nombre de Nikola del libro ya que frecuentemente, iba al laboratorio de su amado a hacerle compañía y ahí aprovechaba el tiempo para leer.

Por su parte, Tesla observaba a Beelzebub leer, lo notaba tan serio que se preguntaba si debía interrumpirlo o no con alguna pregunta o conversación.

Jung era un hombre impresionante, había estado ayudando al croata con sus terapias tanto así, que ya se notaba un gran avance sin embargo, todavía faltaba mucho por recorrer.

Por supuesto que Nikola también había puesto mucho de su parte, el primer paso para cambiar es admitir el problema y el segundo paso es querer cambiar.

Era una lástima que Beelzebub estuviera tan sumido en su lectura ya que gracias a eso, no se percató del avance positivo de su pareja.

¿Qué era lo que leía como para que lo estuviera técnicamente ignorando?

Decidió tomar un leve descanso y sentarse con su pareja, tenía la idea de darle un abrazo y recargar energías para seguir trabajando.

Se acercó a Beelzebub y sin avisarle, abrazó fuertemente a su novio por el lado izquierdo del mismo en ese instante, el demonio se sobresaltó y cerró su libro antes de que Nikola pudiera echarle un vistazo.

Con suavidad, apartó a su castaño; tenía dos razones para hacer aquello, la primera es que le preocupaba que Nikola reaccionara mal al contacto físico como la última vez; la segunda, no quería que conociera el contenido del libro que tenía en sus manos.

Era obvio que aquella acción llamaría la atención del hijo de la luz, en el tiempo que tenía de pareja con el señor de las moscas nunca le había rechazado una sola muestra de afecto.

¿Entonces?

—¿Está todo bien, Beelzebub? —confundido y sentado al lado del de negro, Nikola cuestionó. Y es que lo notaba nervioso, como si estuviera ocultando algo importante.

—No es nada, solo me sorprendiste. —guardó el libro en uno de los bolsillos de su capa. —No lo vuelvas a hacer.

Sin duda, Tesla estaba sorprendido por la actitud de su novio, él jamás había actuado así antes, bajó la mirada por un momento y ahí notó que su novio no traía el anillo que le había regalado.

Aquel anillo que Beelzebub no se quitaba ni para dormir.

—¿Y el anillo? —señaló su mano.

Por reflejo propio, el demonio tapó la mano donde debería estar el anillo que su novio le había obsequiado. —Tuve un pequeño accidente con uno de mis experimentos y lo perdí. —esperaba que su mentira funcionara.

No muy convencido, Nikola asintió. Su pareja estaba actuando muy raro y eso le preocupó. —No puedes mentirme en mi laboratorio, Beelzebub, porque aquí yo soy Dios. —trató de relajar el ambiente intentando no sacar falsas conclusiones.

—Es la verdad. —el señor de las moscas observó directamente a los ojos de su novio, esos ojos que lo enloquecían.

⚡🪰

Sentado en su laboratorio y con un refresco de naranja, preguntó exaltado. —¿Qué Beelzebub perdió qué? —Edison escuchaba con atención lo que su amigo de la ciencia le contaba.

—El anillo de grafeno que me costó mucho hacer... —y era verdad puesto que el material era especial y particularmente difícil de hacer.

—¿Y por qué no le insististe más?

—Lo hice pero no dejaba de decir lo mismo y al final, terminó por irse de mi laboratorio. —se cruzó de brazos. —Beelzebub sí que es un hombre difícil.

—Escucha, Tesla, no quiero sonar negativo y mucho menos meterte ideas en la cabeza. —dejó salir un suspiro pesado. —Y estoy seguro de que ya lo pensaste.

—Beelzebub no sería capaz. —convencido y serio, Nikola afirmó.

—Dicen por ahí que, “Piensa mal y acertarás”. —Edison quería que su amigo se preparara para lo peor.

—¡Alto! —gritó Qin entrando al laboratorio de Edison. —¡Beelzebub podrá ser un hombre muy depresivo y con auras del infierno pero infiel, jamás!

Ambos científicos se sorprendieron al notar al ex emperador de China, ¿Qué estaba haciendo en un lugar tan "sofisticado" como este?

Y sobre todo, ¿Por qué los estaba escuchando?

—¿A qué debemos tu presencia, Qin? —Con una sonrisa, Nikola recibió a su loco amigo.

—Ah, nada, es solo que me perdí otra vez. —se encogió de hombros. —Pero no te preocupes, Niko, yo me encargaré de descubrir que oculta tu novio.

—No es necesario, Qin, yo me encargaré de esto, de hecho ya pensé en algo y... —no pudo seguir debido a que Qin lo siseó colocando su dedo índice en su boca. —¿Qin?

—Sh... Deja que papi se encargue de esto. —el chino le guiñó el ojo al croata.

—Genial, otro loco. —se quejó Edison.

El secreto de Nikola TeslaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora