Capitulo 28: Una broma hecha plan

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Colocó su mano en la perilla de la puerta con un semblante serio y decaído, la última vez que había irrumpido en la privacidad de su novio, las cosas salieron muy mal, por lo que se detuvo.

Aun así, había algo que llamaba su atención y era el simple hecho de que su pareja estuviera hablando de esa "manera" con Edison, así que decidió escuchar la conversación, si las cosas se ponían malas, entonces se metería en la plática. Había aprendido de la peor forma a no meterse en asuntos que no le correspondían, al menos no sin antes pedir permiso.

—Tal vez debería alejarme... —se dijo observando el suelo. —O tal vez debería escuchar, quizá Nikola necesite mi ayuda con ese payaso. —se reconfortó a sí mismo, era lo mejor, después de todo era un demonio, solo se encargaría de ser más discreto.

—¿Decirme algo importante, Edison?

—Ya no puedo soportarlo, Tesla, me muero en celos cuando estás con Beelzebub.

—No, Edison, ¿Por qué nunca me lo dijiste? Hubiera sido más consciente de mis actos.

—¿Por qué? Porque... Porque... Ver tu sonrisa me era suficiente.

—Por eso nunca me fijé en ti, nunca hiciste nada, Edison.

"¿Qué clase de confesión es esta?" pensó el señor de las moscas, por un momento creyó que las cosas podrían tomar otro camino, pero se veía que Nikola llevaba la situación bajo control. —Ese ladrón siempre ha sido patético...

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Mientras tanto con los humanos y con los Dioses que estaban escondidos en los arbustos de la plaza, solo murmuraban entre ellos observando cada detalle de la maldición de Satanás.

—¡¿Eso es todo, Sasaki?! —tapando la radio con su mano, Qin exclamó molesto. —Di algo más atrevido.

—¡No sé qué decir! —se avergonzó el espadachín imitando el acto de tapar la radio con mano. —¡Ni siquiera con Poseidón soy atrevido!

—¡Tenías que ser un anciano! —contratacó Qin. —¡No me sorprendería que recibieras pensión del gobierno!

—¡¿Qué dijiste come perros?! —se defendió Kojiro.

—¿No deberíamos detenerlos? —le preguntó Hércules a Poseidón. —Esto va a terminar mal.

—No, no me voy a meter en una discusión que no me concierne. —el tirano de los mares se cruzó de brazos. —Además, es divertido verlos discutir.

—¡Es suficiente! —con desagrado y observando el espectáculo de colores, Jack intervino, estaban haciendo mucho bullicio y si eso continuaba, Beelzebub se daría cuenta de que lo estaban espiando por la cantidad de movimiento que estaban haciendo en los arbustos. —Ambos se quedaron sin decir nada, el sir Beelzebub tomará eso como algo negativo y no terminaremos el plan.

—Lo sentimos. —dijeron al mismo tiempo Qin y Sasaki con una mirada arrepentida.

Y de la nada, alguien más se les había unido sin hacer mucho escándalo tanto, que todos los presentes se habían sorprendido.

—¿Qué están haciendo?

—¡Casi nos matas del susto! —se quejó Qin acomodándose de nuevo puesto que, por el espanto se había sentado. —¡Avisa!

—Los vi tan concentrados que no quise interrumpir. —se encogió de hombros con una sonrisa que demostraba que quería saber todo el chisme. 

—¿No te vio Beelzebub? —cuestionó Sasaki reincorporándose al lado de su amigo chino. —No queremos más problemas.

—No. —se llevó sus manos a la parte de atrás de su cabeza, como si la estuviera recargando. —Que yo sepa...

—Aun así, ¿Qué te trae por aquí? —añadió Jack con seriedad, fue el único que no perdió la compostura aparte de los Dioses, y no es que no pudiera confiar en él, es solo que, con tal de entretenerse un rato, arruinaría el plan o haría las cosas a su manera.

—Estaba pasando por aquí cuando los vi, y me pregunté que clase de juego estaban haciendo y por qué no me invitaron. —ladeó la cabeza triste. —¿Quieren que les diga cómo van a terminar las cosas? —como si nada y con un toque juguetón y de superioridad, se acercó a Qin.

—¿Por qué te me acercas tanto? —fue ahí cunado los "fusibles" del ex emperador de china hicieron su trabajo y llevó su puño a su otra mano. —Algo me dice que saldré lastimado... No importa. —le arrebató la radio a Sasaki para dársela al contrario. —Creo que tú harás un mejor trabajo.

—Será divertido.

—¿Sabes qué hacer? —Jack preguntó de reojo mientras seguía observando al demonio. Sus colores no se equivocaban, Beelzebub estaba perdidamente enamorado de Nikola y, demostraba cierta dependencia hacia él, no era lo más sano del mundo, pero no era nadie para juzgar a los demás. No cuando dependía mucho del color de Hércules.

—Soy un profeta, por supuesto que sé que hacer. —sonrió con orgullo.

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—¿Por qué se quedaron en silencio? —se preguntó Beelzebub, estaba a punto de abrir la puerta cuando, de nuevo, se escucharon las voces ajenas detrás de la puerta.

—¡Dame una oportunidad, Tesla!

—¡No me interesas de esa manera, Edison!

—Yo lo hago mejor que ese virgen de Beelzebub.

Un tic en la ceja del señor de las moscas se hizo presente, en definitiva, mataría a ese payaso y no de una bonita manera.

—Beelzebub no es virgen, que yo sepa.

—Yo no te lastimaré, sabes perfectamente que tú y yo conectamos mejor.

—Edison, no importa lo que me digas, mi corazón pertenece a Beelzebub.

—¿En serio?, ¿A ese ser depresivo que no vale ni dos cuartos de desechos?

—Ya sabes mi respuesta.

—¿Qué tiene él que no tenga yo?

—¡No lo sé! El corazón no se manda... ¿Qué estás haciendo?

—Te mostraré aquí y ahora que yo puedo complacerte mejor, Tesla.

—¡Suéltame, me estás lastimando!

—No, no te soltaré hasta enseñarte que yo soy mejor que Beelzebub.

Por su parte, el señor de las moscas ya no pudo soportarlo y la gota que derramó el vaso, fue cuando escuchó un leve gemido de parte de Nikola. Enfureció de tan solo imaginar a su pareja siendo tocada por alguien más que no fuera él y, sobre todo, obligándolo a hacer algo que no quería.

Lo mataría.

Con una enorme fuerza, pateó la puerta provocando un gran estruendo y, al entrar, quedó en shock.

No había nadie.

El secreto de Nikola TeslaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora