01 | A fuego lento

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Chloe

«A FUEGO LENTO»



Mayo, 2019 (actualidad)



—Esto es de puta coña —musito entre dientes.

Charlie, en cambio, no dice nada. Se limita a guardar la guitarra en su funda y a levantarse del suelo con su característica rapidez.

Yo le observo sentada en el parqué con una mueca de asombro y, claramente, con ojos de mala hostia.

No nos puede estar haciendo esto.

—Esto es de puta coña —vuelvo a repetir, pero esta vez más alto.

Siento que la sangre me comienza a hervir en las venas, y como acto reflejo al calor que empieza a subirme por el cuello, me levanto del suelo con el triple de velocidad que «el espagueti».

Charlie (el espagueti), comienza a andar hacia la puerta del apartamento tranquilamente, pero le paro agarrándole del brazo antes de que se le ocurra irse.

—Firmaste un contrato, capullo —le espeto, enfadada.

Me mira algo asombrado por el tono de voz que he utilizado para hablarle, pero en un milisegundo, su expresión cambia a una de molestia de nuevo.

—¿Y sabes por dónde me paso el maldito contrato? Por el jodido culo, Chloe.

Le empujo con las manos con todas mis fuerzas y, en consecuencia, por el rabillo del ojo veo que Laia (su prima y mi mejor amiga), se nos acerca para de alguna forma recordarnos que no estamos solos y darnos a entender que se meterá entre nosotros si es que se nos ocurre liarnos a puños...

Idea, que por cierto, ahora mismo me parece muy atractiva.

Aprieto los dientes para no lanzarme a su cuello.

—No puedes dejar la banda hasta que no acabemos la gira —le recuerdo.

Charlie suelta una carcajada que hace que mis dientes chirríen de lo fuerte que los estoy apretando.

—¿Gira? ¿Gira de qué? —pregunta con ironía—. Ir de bar en bar no es ir de gira, Chloe. —Mira a continuación a su prima por encima de mi hombro, y suelta una risilla irónica antes de cambiar su tono de voz a uno más agudo y de ponerse a hacer aspavientos con las manos en el aire—. ¡Oh, Charlie, nos vamos a volver hiperfamosos! ¡Oh, Charlie, tenemos unos temazos que van a sonar en todos lados! ¡Oh, Charlie, tenemos un montón de fans! —Nos mira a las dos intercaladamente después de hacer la ridícula imitación—. Siento ser yo quien os lo diga, pero solo sois unas crías que sueñan y, siendo completamente honesto, estáis bastante lejos de poder dejar de soñar. Lo siento, pero yo paso. Buscaos a otro que os acompañe en vuestra fantasía musical infantil, yo dimito.

No me da tiempo ni a abrir de nuevo la boca, porque tras decir eso, sale disparado del apartamento de Laia cerrándome la puerta en la cara de un portazo.

Miro al instante a mi amiga y en sus ojos puedo ver que ambas estamos pensando lo mismo: «estamos jodidas».

Charlie de verdad ha dimitido y necesitamos urgentemente a un guitarrista en menos de cuarenta y ocho horas.

Un guitarrista que esté dispuesto a aprenderse siete canciones para dentro de dos días. Dos días, joder.

Necesitamos a alguien que confíe en nosotras para acompañarnos durante toda la gira.

—¿Estás pensando lo mismo que yo estoy pensando? —pregunta Laia.

La miro con una ceja alzada.

No, ni de coña.

A fuego lento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora