25 | Madrid

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Chloe

«MADRID»





—¡Hala! —exclama Laia, cuando abrimos la puerta de la habitación del hotel—. ¡Pedazo de habitación, tía! —Entra corriendo y se tira de cabeza en la cama.

Yo le doy las gracias al botones por traernos el equipaje, y cierro la puerta para que nuestros nuevos vecinos no escuchen berrear a mi mejor amiga.

Laia se levanta de la cama en cuanto considera que la ha probado lo suficiente, y comienza a recorrer todos los lugares de la habitación. La verdad es que me contagia mucho su curiosidad y me es inevitable no unirme a ella cuando empieza a abrir todos los cajones, el minibar, cuando comienza a hurgar en el baño, cuando sale a la terraza... Estamos en uno de los mejores hoteles de la ciudad y, para colmo, en una de las mejores habitaciones. No sé cuánto habrá costado esto, pero me alegro de que nada haya salido de nuestro bolsillo, ya que si así fuera, a partir de hoy tendríamos que alimentarnos a base de agua.

Laia y yo salimos a la terraza y las vistas que tenemos nos dan directamente a la Gran Vía.

Nos hubiese gustado tirarnos todo el día cotilleando la habitación, pero a las once de la mañana hemos quedado con nuestro representante, porque tiene que contarnos varias cosas. La primera, que estamos a nada de conseguir SOULD OUT y que está previsto que lo consigamos antes de que acabe el día de mañana. Y, lo segundo, que no nos desfasemos esta noche, porque mañana por la mañana tenemos... Acaba de decir: ¿rueda de prensa?

—¿Cómo? —pregunto, pensando que le he escuchado mal.

—Una rueda de prensa —me repite—. No creo que sea ninguna sorpresa para vosotros saber que vuestros nombres están empezando a escucharse en muchas bocas. Muchos periodistas se mueren por entrevistaros y sacar titulares sobre la pequeña banda de rock que comenzó tocando en un bar al lado de la playa y que ahora está empezando a crecer tan rápido como la espuma. Os estoy intentando meter en el mundo del periodismo, porque así es como, definitivamente, terminaréis por daros a conocer.

Esto, definitivamente, es un sueño.

—¿Y a qué hora es eso? —pregunta Laia. Por el tono que ha utilizado, sé que lo que tiene en la cabeza es pasarse por el chirri lo de "no desfasarnos", porque sueña con irse de fiesta en la capital, y no puede esperar a mañana.

—A las nueve. A las doce tenéis una pequeña entrevista en la radio, luego una pausa para comer, y después, pruebas de sonido y un ensayo. A las seis y media prueba de vestuarios y maquillaje, y a las ocho se abrirán las puertas, para que a las nueve y cuarto, comencéis el concierto.

Dios mío. Cuánta planificación.

—De acuerdo —contesta Ryan por los tres—. Hoy no tenemos programado nada, ¿no? —pregunta, como si estuviera acostumbrado a tener ruedas de prensa y entrevistas.

César niega con la cabeza.

—No, hoy podéis disfrutar haciendo turismo o descanso en el hotel. Si queréis que os recomiende sitios para visitar o lugares donde comer y cenar, decídmelo y os haré llegar un Gmail con los sitios imprescindibles que debéis visitar.

Ryan niega con la cabeza.

—No, no te molestes, César. Creo que me las puedo apañar.

César asiente.

—De acuerdo. Disfrutad de Madrid, chicos, pero por favor, descansad para mañana.

Todos asentimos y le damos las gracias. Luego cada uno se va a su habitación, se cambia de ropa a una más cómoda para hacer turismo, y quedamos los cuatro en la recepción.

A fuego lento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora