21 | Enorme y mucho más

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Chloe

«ENORME Y MUCHO MÁS»




Enzo me quita de encima de sus piernas de un empujón.

Caigo en el asiento derecho del coche de mala forma, y él abre la puerta trasera izquierda y sale hecho una furia del interior antes de que siquiera me dé tiempo a quejarme.

Por mucho que su actitud me haya sorprendido, no tardo en imitarle y salir del coche para luego rodear el maletero y llegar al otro lado, donde está él.

Me quedo a un par de metros de distancia, de brazos cruzados, observándole mientras suelta un montón de palabrotas por la boca.

Se pone las manos en la cintura, y luego se da la vuelta para enfrentarme cuando debe darse cuenta de que estoy fuera.

—No tienes derecho a ponerte así —le acuso, antes de que él me suelte cualquier cosa por la boca.

Sus ojos se abren como platos.

—¿Que no tengo dere...? —Deja la frase a medias, porque una carcajada falsa y llena de enfado le corta la voz—. Mira, no me infles más las pelotas..., no me infles más las pelotas —me habla con un tono amenazante.

Le miro cabreada. Más le vale no pasarse de la raya.

—Ten cuidado con cómo me hablas, Enzo, no voy a pasar ni media. No tienes ningún tipo de derecho a cabrearte conmigo. No somos absolutamente nada.

Mis palabras solo le enfadan más.

Cuando nos hemos visto, Enzo ha ido directo al grano, como sabía que ocurriría, pero la verdad es que yo tenía cero ganas de seguirle el rollo. Y no porque haya estado con Ryan hace un par de horas, sino porque, simplemente, no me apetecía.

Obviamente, no lo ha entendido y ha empezado a preguntar que por qué no quería y ha terminado descubriendo que he mantenido relaciones con otra persona. Y pues bueno, muy bien no se lo ha tomado, como se podrá estar viendo.

Enzo le pega una patada a la llanta de su coche y en ese preciso momento, se disparan todas mis alarmas.

No.

No voy a quedarme aquí cuando en vez de tener una conversación, va a empezar a golpear cosas.

—Cuando se te pase la rabieta, si te apetece, hablamos.

Me doy media vuelta para irme, pero me agarra del brazo, me arrastra de nuevo al mismo sitio, y me acorrala contra el maletero de su coche. Se me acelera el corazón cuando comienza a hablarme a escasos centímetros de la cara.

—¿Quién es el tío con el que has follado? Dímelo para ir a reventarle los cojones a patadas ahora mismo —escupe las palabras enfadado.

Tiene los ojos llenos de ira y la mandíbula completamente tensa.

No me gusta la situación. Estamos en medio de un maldito descampado por el que no pasa ni un mísero coche.

—¿Crees en serio que te lo voy a decir después de la amenaza que has soltado?

—Por tu bien, deberías —me vuelve a amenazar, pero yo no digo nada. Me cruzo de brazos y le miro desafiante. Lo peor que puedo hacer ahora mismo es demostrar algún tipo de flaqueza... Aunque toda seguridad se me esfuma, cuando le da un puñetazo al maletero con tanta fuerza, que deja un pequeño hoyo con la forma de su puño. —Dímelo —vuelve a insistir, agarrándome de la cara para que deje de mirar al maletero y le mire a él.

Intento quitarme su mano mientras hablo.

—Enzo, que...

—¡Que me lo puto digas, hostia! —me grita a escasos dos centímetros.

A fuego lento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora