23 | Los pies en la tierra

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Chloe

«LOS PIES EN LA TIERRA»




—Sí...

—¡¿Qué dice?! —susurra Laia a mi lado. Está mordiéndose las uñas completamente nerviosa y ansiosa, sin quitarme los ojos de encima.

Yo levanto la mano y la dejo a escasos centímetros de su cara en señal de espacio, paciencia y silencio. Cosas, que son completamente opuestas a mi mejor amiga.

—Vale... Perfecto —le digo a la persona que está al otro lado de la línea.

—¡Chloe! ¡¿Qué dice?! ¡Qué me muero, tía! —exclama ahora en un grito demasiado alto para ser un susurro, a pesar de que ha tratado de ser discreta y silenciosa dentro de sus capacidades.

La golpeo cuando me agarra del brazo y comienza a zarandearme para que le haga caso. Menos mal que estoy a punto de acabar.

—De acuerdo. Vale, muchas gracias. Adiós.

Cuelgo la llamada y Laia grita desesperada por noticias.

—¡Tía!, ni hablar por teléfono tranquila puedo —me quejo.

—¡¿Qué te han dicho?! —Pasa completamente de mi comentario.

¿Que qué me ha dicho el señor con el que he hablado?

Me ha dado la mejor noticia de toda mi vida...

Cojo aire e intento ponerme seria para asustarla, pero se me dibuja una sonrisa en la cara sin poder evitarlo. Es demasiado increíble como para fingir cualquier emoción negativa.

—¡Nos dejan actuar! ¡Nos han reservado la sala para el segundo sábado de septiembre! —digo con la voz algo entrecortada por la emoción.

Laia me mira en shock durante un par de segundos, pero cuando asimila mis palabras, me coge en brazos y comienza a saltar conmigo mientras grita.

Y normal que grite...

Dios mío. Esto debe ser un sueño. ¿Yo? ¿Nosotras? ¿A Fuego Lento? ¿En Madrid? ¿Dando un concierto? ¿Con Ryan?

—¡Qué fuerte! ¡Qué fuerte! ¡Qué fuerteeeeeeee! —Me deja de nuevo en el suelo—. ¡Qué actuamos en Madrid, Chloe! —Me zarandea de un lado para otro con fuerza para que yo también reaccione—. ¡¿POR QUÉ NO ESTÁS GRITANDO?!

Estoy completamente emocionada, pero para que todo salga como queremos, tenemos que hacer muchas cosas.

Entre ellas se encuentra trabajar casi doce horas diarias con casi cuarenta grados.

—Tenemos que hacer mucha publicidad, Laia. Primero trabajamos y ya luego celebramos.

—Tía, tenemos sesenta mil seguidores. Mínimo dos mil son de Madrid. ¡Lo vamos a petar!

—Sí, y también tenemos que ganar pasta para el alojamiento, el transporte y todas esas cosas.

Laia me pone la peor cara que puede.

—De verdad, qué rancia eres a veces, tía.

—No, soy realista. Nos hemos quedado sin un euro después del videoclip. Si queremos estar en la capital en dos semanas, nos toca currar.

—Sí, lo que tú digas. ¡Qué diver, venga, vamos a currar! —exclama con ironía.



Hacer turnos dobles es matador. Al final del día, se podría decir que no siento ni las piernas. Estamos en temporada alta y eso significa que hay un montón de turistas a todas horas y que no hay ni un solo momento de relajación, porque siempre hay gente esperando a poder sentarse para comer o tomar algo.

A fuego lento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora