04 | Lovely

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Chloe

«LOVELY»



Volver al escenario es vergonzoso.

Ponerme de nuevo delante del micrófono es angustioso.

Confiar en que la voz me salga para cantar un tema como "Always" es desesperante.

Miro de reojo a mi derecha. Veo que Ryan está completamente confiado y preparado. Tanto él como Laia están esperando a que yo dé el pistoletazo de salida.

Ryan me devuelve la mirada y, aunque en la vida lo admitiré en voz alta, que él esté en el escenario me genera una sensación de tranquilidad importante. Quizás es porque también es responsable de cómo salga la actuación, y si sale mal, no tendrá nada con lo que martirizarme después...

Le digo que sí con la cabeza y él le hace una seña con la mano a Laia.

Mi mejor amiga comienza a tocar, y poco tiempo después le sigue Ryan.

Yo trago saliva antes de acercarme al micrófono y comenzar a cantar.

Cuando la gente reconoce la canción que estamos interpretando, recibimos todas y cada una de las miradas del local.

«Menuda patada le acaban de meter a nuestro disco.»

Muchas de las personas me miran con curiosidad. Seguramente porque les debe parecer de coña que la misma chica que antes estaba cantando al cuello de su camisa, ahora esté cantando esta canción como si nada.

Consigo llegar a las notas altas y eso me motiva. Dejo de lado cualquier tipo de inseguridad que antes me atormentaba y disfruto de la canción, de la atención de la gente y también de los aplausos.

Joder.

Cuando hay un solo de instrumental, miro a Ryan como acto reflejo. Él ya me estaba mirando cuando yo lo hago, y en sus ojos hay una expresión de estima. Sé que me mira así porque acabo de demostrar que puedo defender cualquier canción si me apetece, tal y como él me había dicho en el callejón...

La canción termina y, por primera vez desde que actuamos aquí, los aplausos vienen acompañados de silbidos y gente que se levanta de sus asientos para ovacionarnos.

Madre mía.

Puto Ryan.





—No —digo.

—Sí —me contradice por quinta vez mi mejor amiga.

—Que no, Laia.

—¿Quieres que te meta dentro de un puñetazo, Chloe? —Yo niego—. Pues entra de una vez.

Suelto un gruñido y la miro de la peor forma que puedo. Luego cierro los puños con todas mis fuerzas y comienzo a caminar hacia la puerta del estudio de tatuajes en el que trabaja Ryan, para no seguir haciendo el idiota en la calle.

La campanita anuncia mi llegada cuando cruzo el umbral. En la recepción está Joel, quien me sonríe nada más verme.

—La Fueguito se digna a venir a verme... —dice mientras sale de detrás del mostrador.

Puto Ryan (otra vez).

—Lo dice el que no ha aparecido por el AMOUR nunca después de que lo invitara trescientas veces —contesto mientras doy pasos en su dirección. Nos encontramos a mitad de camino.

Joel se atusa y recoloca los rizos negros de su cabeza antes de dejar las manos en sus caderas.

—Es que estoy esperando a que seas famosa para ir a verte, tonta —contesta, burlón.

A fuego lento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora