42 | Amour

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Chloe

«AMOUR»




—Y... ¡Corten! —anuncia el director.

Ryan no se separa de mí, a pesar de que la cámara ya no nos esté grabando. Nuestras bocas están a escasos centímetros de distancia, porque así es como debíamos acabar el videoclip.

Su mano derecha agarra mi cintura, y las mías enroscan su cuello.

Me va a besar como broche final, aunque aquello no esté planificado.

Tras una larga lucha de miradas intensas, Ryan junta sus labios con los míos sin que me dé tiempo a adivinar el momento exacto en el que iba a hacerlo, por lo que, por mucho que me lo esperara, me pilla por sorpresa.

No soy capaz de no sonreír cuando nos separamos.

—Dime, por favor, que has grabado eso, Carlos —dice de nuevo el director, con una mano en el pecho y la boca abierta.

El cámara llamado Carlos, asiente con la cabeza.

—Grabado. —Levanta el pulgar.

Ryan y yo compartimos una mirada interrogativa, para luego volver a mirar al director y a todo el equipo que hay detrás de las cámaras. Entre ellos, a nuestros amigos. Joel y Laia nos miran con una sonrisa, y completamente emocionados.

Como si nunca nos hubieran visto besarnos...

Puedo entender que César, Arturo, Alba y el resto de personas que sospechaban que Ryan y yo teníamos algo, nos miren así porque, de alguna forma, se lo acabamos de confirmar, pero de eso, a tener las caras que tienen...

—¿Qué ocurre? —pregunto, separándome de Ryan, aunque no me deja ir muy lejos, porque enrosca su brazo alrededor de mi cintura, y pega mi espalda a su pecho.

El director se quita las gafas y se acerca ligeramente a nosotros.

—Yo no tengo ni voz ni voto en vuestra carrera musical —dice, y mira de reojo a Arturo—, pero os digo de verdad, que desde hace mucho tiempo que no sentía una complicidad tan brutal estando detrás de una cámara... Y ese beso..., tenéis que meterlo en el videoclip, tiene que estar. Romperéis internet, os lo puedo prometer —dice, con prisa e ilusión, como si las palabras se le fueran a escapar por alguna razón.

Alba hace acto de presencia, y nos mira con curiosidad y emoción.

—Estoy completamente de acuerdo —dice—. A la gente le va a encantar.

Creo que nos estamos motivando...

—Tampoco somos tan relevantes... —opino, pero a mi mejor amiga no le gusta para nada mi respuesta, porque interviene.

—No, para nada. Solo tenemos a medio millón de personas pendientes de nuestra música, pero nada, tía —ironiza.

La miro con mala cara.

—Me refiero que a nadie le importa si Ryan y yo... —Laia me interrumpe, y me rebate de nuevo.

—Cuando quieras, te metes en Instagram y ves todas las cuentas de fans en las que os Shippean, y ya luego, si eso, me cuentas si esas personas esperan un maldito beso o no, amore.

Tras escuchar esas palabras, miro a Ryan, y él tiene una sonrisa de oreja a oreja, cómo no. A él le parece una buenísima idea que aquel beso espontáneo aparezca en el videoclip, porque no es un beso actuado, sino que es un beso real. Y, la verdad, para ser completamente franca y sincera, ha debido quedar bastante bonito.

El videoclip trata sobre... nosotros, básicamente. Dos personas que no se llevan bien, pero que, por ciertas razones, siempre terminan buscando al otro cuando todo se destruye. Poco a poco se va generando una tensión rara entre los protagonistas, hasta que, en el final, en un principio, se dejaría al espectador con la incertidumbre de si se besan o no...

A fuego lento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora