35 | Amor

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Chloe

«AMOR»




Me muerdo la uña del dedo pulgar con nerviosismo, mientras escucho al locutor de radio hablar, hablar y hablar.

Según nuestro representante, la discográfica ha enviado una de nuestras canciones a una emisora para que suene por primera vez en la radio.

Y eso es demasiado fuerte...

Nuestra canción... en la radio...

—Y ahora damos paso a una banda de Rock que está conquistando a todo un país. Su primer disco cada vez es más una realidad, y saldrá del horno después de Navidad para calentarnos el corazón un poquito más. Ellos son un grupo que indirectamente y sin quererlo nos han demostrado una vez más que la música cuenta historias... Desde nuestra emisora le mandamos un fuerte abrazo a su cantante: Chloe. No eran formas de hacernos entender tu música, aunque ahora podamos apreciar el simbolismo de tus palabras en cada estrofa. Ellos son A Fuego Lento, y esto —mete la pista de nuestra canción, haciendo que suenen las primeras notas—: 4 Rosas.

Nuestra canción comienza a sonar, y yo siento un cóctel de sentimientos en el estómago. Mucha felicidad, pero mucha melancolía, por alguna razón.

Aquella niña que escribió esta canción, que a cada rosa le otorgó un miembro de su familia y que explicó cómo se marchitaron poco a poco, no es consciente de que casi tres años después, está cumpliendo su sueño de escuchar su canción sonando en la radio.

Aquella niña no se hace una idea de que sí que iba a ser capaz de contarle al mundo todo aquello que desprendió en una canción de tres minutos y doce segundos. Que no sabía que sí que iba a poder. Que ha podido vencer muchos miedos, y que ha luchado por conseguir sus sueños...

Que todo ha merecido la pena.

Y que sigue mereciéndola...

—¡Chloe, tía, tú canción, tú canción, tú canción! —me grita Laia, mientras que desde el asiento trasero del coche de Ryan me zarandea los hombros.

Miro a Ryan con los ojos llenos de lágrimas. Está sentado en el asiento del piloto, mirándome con una sonrisa tierna, y con un brillo en los ojos que creo que podría ser orgullo.

Todo lo que he sangrado en esa canción, ha merecido la pena.

Lo mucho que he aprendido al escribirla, ha sido necesario.

Lo mucho que he liberado cantándola, ha sido sanador.

Escribir canciones es mi manera de subir escalones y de cerrar heridas.

Quiero escribir toda mi vida.

Quiero que la gente entienda lo que escribo.

Nada tendría sentido sin razones que justifiquen nuestras acciones.

Yo tengo muchas razones por las que escribo lo que escribo.

Quizás haya gente que las necesita para saber por qué siente lo que siente...

Cuando la canción termina, nos ponemos a gritar como críos y a hacer el subnormal en el coche.

Y después de aquel arrebato de adrenalina y felicidad, terminamos los tres en la cabina de tatuajes de Ryan.

El nombre de la banda termina grabado en nuestras pieles para siempre.

Laia se lo hace en la nuca.

Ryan en su muñeca.

Y yo entre mis pechos. Muy cerca del corazón.

—Quiero hacerme dos más —le informo a Ryan, cuando estamos a solas.

A fuego lento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora