Extra 1 | Siempre ha estado

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Chloe

«SIEMPRE HA ESTADO»




Julio, 2011



—Chloe, que te vayas a tu habitación —me ordena Adrián, por tercera vez.

Yo me mantengo firme; de pie y de brazos cruzados, en medio del salón.

Mi hermano se agarra el puente de la nariz, cuando niego con la cabeza de nuevo.

—Esta también es mi casa y me quiero quedar aquí —contesto, tajante.

Sé que estoy agotando su paciencia, y que dentro de nada me va a agarrar del brazo para arrastrarme escaleras arriba, para luego encerrarme en mi habitación, donde, en realidad..., debería de estar.

—Te recuerdo que estás castigada. —Me acusa con el dedo, porque es verdad. Este mediodía mamá me ha castigado sin poder salir de mi habitación, por no haberme comido todo lo que tenía en el plato.

—Y yo te recuerdo que mamá no te deja ver pelis de miedo —digo, pillándole por sorpresa. Mi hermano comparte una mirada con Ryan, quien está sentado en el sofá de mi casa tan tranquilo, y luego vuelve a mirarme a mí—. Así que, si no quieres que le diga que has alquilado una película para mayores de edad sin su consentimiento, me vas a dejar quedarme aquí —le chantajeo.

Adrián me mira con el ceño fruncido y con una mueca de asombro. Su mejor amigo, en cambio, me mira con una sonrisa burlona.

¿Qué le resulta gracioso?

—¡¿Has estado rebuscando en mis cajones?! —pregunta, irritado.

Sí, y entre muchos papeles y ropa interior, encontré escondida una caja Blu-Ray de la película Scream 4.

Se piensa que soy tonta, pero sé que es lo que está pasando aquí, y lo que tiene tramado que ocurra hoy en nuestra casa.

Le ha venido de perlas que mamá haya tenido que salir a hacer recados, y que nos tuviera que dejar solos en casa durante unas cuantas horas.

Cuando encontré la película escondida, entendí por qué Adrián accedió tan maravillado a hacerse responsable de mí, mientras que nuestra madre tuviera que estar fuera. Que Ryan esté aquí (aunque siempre está), tan solo reafirma mis sospechas de que van a aprovechar que están solos, para ver la película.

Y yo también la quiero ver.

—Solo buscaba el micrófono de juguete, porque sabía que me lo habías escondido tú —contesto, porque es la verdad—. Encontré la peli de casualidad.

Y dicho eso, comienzo a andar hacia el sofá bajo su atenta mirada. Sabe que no puede reprocharme nada, porque la bronca que le puede caer si mamá se entera de que ha utilizado su tarjeta del videoclub, es bastante grande. Puede que se queda sin salir por dos semanas.

Me siento en el sofá al lado de Ryan, pero a la vez lejos, y cojo el bol de palomitas que descansa sobre la mesa pequeña que hay delante de la tele.

Golpeo una mano algo bronceada cuando intenta meterse en el bol.

—Tú tienes las tuyas —le recuerdo a Ryan.

A fuego lento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora