Ryan
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«COMO LA PROTAGONISTA DE UNA NOVELA»Haría lo que fuera por poder retroceder en el tiempo y así evitar por todos los medios aquella conversación y aquella confesión.
Está completamente destrozada. Ha intentado convencerme de que está mejor y que ella misma sabe que lo que su hermano piensa no es verdad, pero la conozco como a la palma de mi mano y sé, que no para de repetir en su mente una vez tras otra mis palabras recitando las que Adrián me dijo a mí cuando le llamé para pedirle que viniera a ver a su hermana, porque sabía que si lo hacía, le haría la persona más feliz del mundo...
No sabéis lo mucho que me jode que en su mente esté mi voz diciendo esas palabras. Unas palabras que no me corresponden, que no las pienso. Que me repudian.
¿Cómo coño puede decir eso de su hermana pequeña? De una persona que no ha tenido una gota de maldad en la sangre en su vida. ¿Es consciente realmente del daño que le causa? ¿Del daño que le podría proporcionar enterarse de sus pensamientos? ¿De la verdadera razón por la que no quiere verla? ¿Qué es lo que le hará pensar eso de Chloe?
Desde hace ya un tiempo que no reconozco a mi mejor amigo.
—¡Que estoy bien, joder! ¡Déjame en paz, Laia! ¡Dejadme en paz todos! —Chloe deja el micrófono en el primer lugar que encuentra, y se va del escenario dando grandes zancadas y, por último, un portazo. Todos los presentes nos quedamos en completo silencio, y Laia me mira en busca de respuestas.
Me descuelgo la guitarra y comienzo a andar con la intención de ir tras ella, pero la pelirroja se me planta delante y me interrumpe el paso a mitad de camino.
—¿Me explicas qué mierdas le has hecho a mi mejor amiga? Está así desde que ha ido a hablar contigo. Te juro por mi vida que como tengas algo que ver con su enfado o dolor, te corto las pelotas, Ryan. Es el día más importante de su vida hasta el momento. Como se lo hayas estropeado, te jodo que yo a ti bien jodida la vida.
Niego con la cabeza para darle a entender que yo no tengo la culpa, aunque realmente no sé si la tengo...
Estoy a punto de contestar a Laia, cuando aparece César y nos pide que vayamos los dos a los camerinos, porque tiene que contarnos algo.
Vamos al que comparten Laia y Chloe.
Esta última ya está allí cuando todos entramos.
Me relaja ver que no está llorando, aunque la cara de tristeza que tiene no compensa ese alivio.
César nos pide que nos sentemos, y Chloe no se resiste a preguntar que qué es lo que pasa cuando se genera un silencio bastante incómodo.
Es entonces cuando nuestro representante coge aire y dice:
—No tenía pensado decíroslo hasta que no terminarais la actuación para no condicionaros, pero dado que veo que algo pasa y que os está haciendo estar distraídos, me veo con la obligación de decíroslo para que amuebléis la cabeza de aquí a esta noche...
—¿Decirnos el qué? —pregunta Laia, intrigada.
César nos mira a los ojos uno a uno antes de hablar.
—Va a venir a veros el productor de una discográfica muy importante esta noche. Dependiendo de cómo lo hagáis, va a decidir apostar por vosotros o no.
Chloe se lleva una mano a la cara. Se aprieta el puente de la nariz y suelta aire nerviosamente. Las palabras de César solo han empeorado su ansiedad. Sus piernas comienzan a moverse de arriba abajo de forma rápida, y no tarda en ponerse de pie cuando siente que lo que tiene dentro, la supera. Va con toda la intención de largarse, pero agarro de una de las tiras de su pantalón, y la hago parar.
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A fuego lento ©
RomanceChloe tiene un sueño: que su banda de rock y su música resuenen en los corazones de todo el mundo. Componer canciones ha sido lo que le ha salvado la vida después de sentir que todo estaba completamente destruido y perdido... Sobre todo ella. Sin...