19 | Paradise

1.9K 78 62
                                    

Ryan

«PARADISE»



Especial maratón San Valentín
3/3 ❤️



Tiro de su mano y nos guio por la discoteca hasta meternos entre la multitud. La gente la mira, y cómo para no hacerlo. Está guapa, pero, sobre todo, jodidamente sexy. Los tíos se la comen con la mirada y yo me siento afortunado de poder decir que con quien está bailando la cantante de una banda de rock dolosamente atractiva y talentosa, es conmigo.

Y cuando digo dolorosamente, lo digo en todos los sentidos mentales y físicos que os podéis imaginar.

Joder, es que no puedo más.

Me queda nada para confesarle que tengo muchas ganas de follarla, de besarla hasta dejarla sin aire en los pulmones, de hacer que grite de placer...

Lo de que ella baila y yo miro, lo estamos llevando a raja tabla.

Chloe se mueve delante de mí, mientras que yo no puedo hacer otra cosa que observarla sintiendo cómo las ganas de sacarnos de aquí aumentan a cada segundo de canción.

No sé cómo he pasado de tener estos pensamientos enterrados en lo más profundo de mi mente..., a estar a punto de susurrarle al oído todas las cosas que tengo pensado hacerle en cuanto me confirme que no tiene nada serio con el tío con el que queda.

Cuando la canción: She Don't Give a FO comienza a mezclarse con Loca, Chloe se da la vuelta y apoya su espalda en mi pecho sin dejar de moverse. Pongo mi mano en su abdomen y la cuelo por debajo de su camiseta para tocárselo. Siento cómo se pone rígida por mi tacto, pero no me aparta, sino que ella se pega aún más a mí.

Se aparta el pelo y se lo deja caer todo sobre su hombro izquierdo, regalándome una vista espectacular de parte de su nuca, cuello, hombros y pechos.

Sabe lo que está haciendo y lo que me está provocando. Sabe que sería capaz de todo ahora mismo. Que dejaría que me pisara con sus botas de tacón solo por ser ella. Que sería capaz de hacerme rogar para que me dejara hacerle lo que sea. Que podría arrodillarme y suplicarle de todo. De todo.

Acerco mi cara a su cuello. El olor de su pelo y cuerpo me producen escalofríos placenteros. La suavidad de su piel no me permite dejar de tocarla. Es completamente adictiva. Ella es adictiva.

Pongo mi boca en su oreja y le susurro su nombre.

—¿Qué? —me contesta.

Aprieto su cintura y digo:

—¿Tienes algo con el tío ese con el que quedas?

Chloe se da la vuelta y se queda frente a mí. Me mira con unos ojos que solo empeoran el problema que está empezando a crearse en mis pantalones.

Se lo está pasando increíble. Sabe que me está provocando, que estoy muy excitado, pero yo sé que ella también lo está. Sé, que si meto mi mano bajo su falda y rozo su ropa interior, encontraré lo que quiero.

—¿A qué viene esa pregunta? —Sube sus brazos a mis hombros. Por mucho que lleve botas de tacón, sigo siendo más alto que ella.

Vuelvo a meter mi mano bajo su camiseta de tirantes, pero ahora le toco la espalda. Subo y bajo mis dedos, provocándole escalofríos. Luego dejo la palma reposar donde su camiseta acaba y su falda comienza, es decir, muy cerca de su culo.

Le robo un suspiro cuando nota que alguno de mis dedos tocan sus glúteos.

—Necesito saberlo —digo.

Ladea la cabeza y me mira de nuevo con esos ojos que... Joder.

—¿Para?

Subo mi mano a su cintura para acercarla a mí completamente. Sus pechos chocan con mi torso y el problema en mis pantalones queda a la altura de su abdomen. Me mira entre sorprendida y divertida.

A fuego lento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora