31 | Intentarlo una vez más

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Chloe

«INTENTARLO UNA VEZ MÁS»


❗️
Capítulo con contenido sensible




Noviembre, 2015


No tenía que entrar nadie en casa en las próximas tres horas.

Tenía que estar yo sola, con mi dolor, con mis impulsos y mis pensamientos.

Nadie tendría por qué volver..., pero, por alguna razón, alguien entró por la puerta casi dos horas antes de lo previsto.

En cuanto escuché pasos subiendo las escaleras, me arrepentí de lo que acababa de hacer.

Fue instantáneo.

El remordimiento me invadió y mi cuerpo quiso reaccionar, pero nada ocurrió. No podía. Ya era tarde.

Mis párpados comenzaban a cerrarse.

Mi pulso cada vez era más lento.

Mi consciencia cada vez era menor...

No pensaba, pero sí sentía. Y sentía que me había equivocado... Justo cuando ya era demasiado tarde para volver a atrás.

Le escuché llamarme. Él sabía que estaba aquí, sola. Por eso le debió extrañar no encontrarme por ningún lado de la casa.

¿Qué hacía aquí?

¿Para qué me buscaba?

¿Él era la señal de que me había equivocado? ¿De que realmente no quería hacer lo acababa de hacer?

Estaba segura antes de escucharle entrar. Hace varias semanas, unos instantes; cuando me tomé aquellas pastillas..., estaba segura de que quería acabar con todo... ¿Por qué ahora sentía que no quería hacerlo?

Le intenté llamar, pero la voz no salió de mi garganta.

Todo me daba vueltas. Moverme implicaba marearme mucho.

La puerta del baño cada vez la sentía más y más lejos. Cada vez había menos luz. Cada vez lo veía todo más imposible...

Sentí un pinchazo en el corazón. Era angustia. Angustia por no poder hacer nada para que llegara a mí más rápido. Para que me ayudara a evitar algo que de pronto no quería...

Llamaron a la puerta del baño al cabo de un par de minutos. Unos minutos que me fundieron.

Cuando Ryan me encontró, yo ya no sentía mi cuerpo. Mis párpados estaban completamente cerrados, mi pulso era demasiado lento, y cada vez me costaba más respirar.

Recuerdo que mi cuerpo estaba helado y que sudaba frío.

De un momento a otro, estaba al borde de la muerte.

—¡Chloe! ¡Chloe, despierta, por favor! —me pedía.

Le escuchaba muy lejanamente y de todo lo que decía, tan solo me llagaban palabras sueltas.

Mientras que intentaba despertarme, llamó a una ambulancia. Y mientras que la esperábamos, le escuché llorar, pedirme por favor que no me fuera, que despertara...

Me incorporó del suelo y me acercó al váter. Intentó que vomitara todo lo que me había tomado, pero no lo logró.

Se sentó rendido en el suelo y me abrazó con fuerza mientras que no paraba de llorar y me pedía una y otra vez que no dejara de respirar, que no me durmiera del todo...

Puso una de sus manos en mi corazón, y mientras que ambos colgábamos de hilo muy fino y delicado, yo me debatía entre la vida o la muerte por mis decisiones, pero también, por el dolor que me llevaba persiguiendo y quemando desde hacía unos meses...

—Por favor..., por favor, Chloe... Todo va a estar bien —sollozó, y su cuerpo temblaba—. Te lo prometo, Chlot. Todo va a mejorar, ¿vale? Pero quédate... Quédate conmigo... —Su voz se quebró.

Ojalá haberle podido decir en ese instante que no quería morirme. Que me arrepentía y que estaba luchando contra algo superior para no irme.

Llegó un momento en el que no pude más. No pude vencer a los efectos de lo que había decidido tomarme y en la cantidad en la que lo había hecho.

No sé qué fue lo que pasó después de escuchar a Ryan suplicarme todo aquello, porque me dormí. No sentí nada, no escuché nada, no pensé en nada...

Eso era exactamente lo que yo buscaba cuando tome la decisión de hacerlo.

Aunque en el momento en el que comprendí que aquello sería para siempre, que no habría más un mañana, que quizás si hubiese luchado un poco más tendría mil días por delante, me invadió una pesadumbre que me recordó que haciendo lo que estaba haciendo, estaba provocado el mismo dolor del que yo me quería liberar, y, por lo tanto, me arrepentí, me asusté y me angustie. Porque había muy poco que hacer por mí.

No sé qué fue lo que me ayudó o me salvó, pero siempre le estaré agradecida por ello. Porque da igual lo mal que lo pasaría los siguientes meses o años, ya que el dolor no se iría de un día para otro a pesar del arrepentimiento, pero Ryan tenía razón. Las cosas empezarían a mejorar poco a poco, y saber que puede comprobarlo y vivirlo, me enorgullece a la vez que me estremece.

No sé lo que me ayudó o me salvó..., pero tengo claro que Ryan fue quien tuvo que llegar en ese preciso instante, porque quizás cinco minutos más tarde, ahora serían para toda la vida.

Que algo le eligió. Que quizás ese algo simplemente fue él.

Que a lo mejor me sentía desde donde estuviese. Que notó que algo iba mal.

Y eso fue precisamente lo que pasó.

Él me sintió. Algo no le dejaba en paz. Un presentimiento que no le mantenía tranquilo le hizo marcharse de donde se encontraba, para comprobar que yo estaba bien...

Que vino desde donde estuviera, tan solo para asegurarse.

Y no sé qué tipo de conexión sintió, pero hizo que hoy, a pesar de que las cosas de vez en cuanto sigan doliendo, mil cosas más valieran y valgan la pena.

Porque nunca es demasiado tarde para intentarlo un poco más. Porque nos tenemos que dar el derecho de intentarlo una vez más.




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A fuego lento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora