44 | Tú eres la razón más especial

1.2K 69 6
                                    

Chloe

«TÚ ERES LA RAZÓN MÁS ESPECIAL»


*
IMPORTANTE: por lo que tengo entendido, a Wattpad no le ha apetecido avisar de que publiqué el martes el capítulo 43 a todo el mundo. Asegúrate de que lo has leído antes de leer este.
<3333
*


—Enhorabuena, chicos —dice Arturo.

Pero yo sigo en shock.

No soy capaz de reaccionar. No soy capaz de mirar ni a Laia, ni a Ryan, ni a nadie. Tan solo miro a algún punto lejano de la sala de reuniones, mientras que en mi mente aparece un único recuerdo. Un recuerdo, que me acelera el corazón y me humedece los ojos.

En aquel recuerdo tengo siete años. Tenía el pelo por encima de los hombros y me faltaba la paleta derecha. Aquello provocaba que al hablar, el aire se me escapara por ese hueco, y me hiciera parecer una tonta (como Adrián me decía). Él, por aquel entonces, a pesar de que seguía siendo un niño, se creía muy mayor por ya tener dos cifras en su edad.

Ahora aquel sonido extraño que se producía cuando hablaba, solo hace el recuerdo mucho especial.

Mi habitación estaba pintada de rosa. Eran las ocho de la noche, y faltaba poco más de una semana para que nos dieran las vacaciones de Navidad en el colegio.

Mamá no sé ya cuántas veces había gritado mi nombre desde el salón para que bajara a cenar, pero estaba segura de que las suficientes como para cabrearla.

Lo que ella no entendía, era que estaba a punto de finalizar mi concierto, y que no podía dejar a mis peluches de los ojos saltones sin mis últimas palabras de agradecimiento por haber venido a verme...

Recuerdo que del cuello me colgaba una guitarra de plástico de Barbie, y que en la oreja llevaba un in-ear que Adrián me había ayudado a hacer con papel Albal por mi cumpleaños en primavera.

En mi mano derecha agarraba con fuerza un micrófono que iba a juego con la guitarra. Me había cambiado el pijama, aun sabiendo que eso a mamá le cabrearía, para ponerme un vestido rojo de princesas con tutú y purpurina.

Del armario de Adrián había sacado sus botas militares, y como Ryan pasaba más tiempo en mi casa que en la suya, su cazadora de cuero de por aquel entonces, descansaba en el perchero de la habitación de Adrián, después de que se la olvidara esa misma tarde.

Quería parecer una cantante de Rock, no una chica Pop, por ello mismo, en mi imaginación, cambié el color de las paredes de mi habitación, y del baño de mamá cogí un pintalabios rojo para intentar maquillarme.

Me salí completamente de los bordes y mis labios quedaron espantosos, pero no me importó.

Me daba completamente igual.

Solo existía mi sueño.

Mi imaginación.

Era una estrella del Rock que estaba llenado un auditorio enorme lleno de peluches que iban a verme y a escuchar mi música.

Era capaz de ver las luces de los móviles alumbrando como destellos en la oscuridad. Era capaz de escuchar a la gente cantar unas canciones que aún no existían, pero que, en un futuro, serían mías. Era capaz de sentir que había cumplido mi sueño, cuando no me hacía falta cantar, porque el coro de la gente haciéndolo, tenía más volumen que el de mi falso micrófono...

Recuerdo el decir con el corazón hincado de orgullo:

—¡Buenas noches, Madrid!

Antes de que la puerta de mi habitación se abriese de un golpe, y se llevase consigo mi imaginación, mi sueño, mi falsa realidad..., y un poco más..., mi inocencia.

A fuego lento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora