18 | Chúpate esa

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Chloe

«CHÚPATE ESA»



Especial maratón San Valentín
2/3 ❤️



—Me va a dar algo. Me va a dar algo. Me va a dar algo.

Estoy a nada de lanzarle mi bota de tacón a mi mejor amiga a la cabeza para que se calle de una vez, porque me está poniendo el triple de nerviosa de lo que ya lo estoy.

Necesito que Ryan me avise de una vez de que está abajo, para que seamos dos los que tengamos que a aguantar a Laia siendo un auténtico disco rayado. Me está quemando el cerebro. Lleva toda la tarde, desde que hemos empezado a arreglarnos para nuestro concierto, diciendo en bucle lo mismo.

—Me va a dar algo. ¡Es que me va a dar algo!

Pierdo la paciencia y grito con las manos en la cabeza:

—¡Laia, cállate, por favor! 

Ambas comenzamos a andar de un lado para el otro en su apartamento, completamente nerviosas e histéricas.

—Me va a dar algo. Me va a dar algo. Me va a dar algo. —Para de andar de pronto, y me mira de arriba abajo—. Estás muy sexy, tía, que lo sepas — comenta con tranquilidad, antes de volver a su histeria—. Me va a dar algo. Me va a dar algo. ¡ME VA A DAR ALGO!

La madre que la trajo al mundo.

—¡LAIA, VALE YA! ¡ME VAS A MATAR DE LA ANSIEDAD!

—AHHHHHH —grita a todo pulmón.

—AHHHHHH —grito, porque siento que puede ser liberador.

Y así ha sido.

Aunque no conseguimos relajarnos demasiado, porque de pronto llaman a la puerta. Ambas nos callamos, nos llevamos las manos a la boca, y nos miramos con los ojos abiertos de par en par.

Joder.

Creo que nos hemos pasado de ruidosas y vienen a echarnos la bronca.

—Abre tú —le indico, al cabo de un par de segundos en completo silencio.

Laia niega con la cabeza con rotundez.

—Ni de coña. Abre tú.

—No, Laia, abre tú.

—¡¿Por qué yo?! —pregunta, en un medio grito, medio susurro.

—Porque seguramente sea un vecino enfadado por las voces que estás dando, tienes que dar la cara —susurro de la misma forma.

—Tú también estás dando voces —me acusa.

—¡Me da igual! Abre tú.

—No.

—Pues yo tampoco. —Me cruzo de brazos.

Vuelven a llamar, pero esta vez, no le dan al timbre, sino que tocan la puerta con los nudillos.

Nos retamos con la mirada para ver quién pierde primero y, en consecuencia, va a dar la cara por las dos, cuando una voz tras la madera de la puerta, retumba en el piso.

—¿Os habéis matado ya, o aún podemos hacer nuestra actuación?

Es Ryan.

Gracias a Dios.

Me acerco a la puerta y la abro rápidamente.

Ambos nos miramos de arriba abajo cuando quedamos cara a cara. Su outfit no es muy extravagante, que digamos. Lleva unos pantalones vaqueros negros, camiseta negra y zapatillas negras. Bueno, lleva más accesorios plateados que normalmente. Un par de anillos más, alguna pulsera, y una cadena algo gruesa en su cuello le hace compañía a la que él siempre lleva.

A fuego lento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora