Mira a la izquierda... mueve el brazo a la derecha... ponte derecha... enseña la pierna... ponte de espaldas...
Llevo cinco horas así, cambiándome de ropa, de maquillaje, posando frente a una cámara. Tenía hambre, demasiada. Lo único que tengo en el estómago es agua y una ensalada.
Como todos los días.
—Davina. —me regañaron— Si no vas a poner de tu parte mejor lárgate.
Suspiré posando otra vez frente a la cámara.
Incluso me dolía la espalda.
—Ya te puedes ir, Davi. —me tensé.
Mi jefe entró a la habitación. Fabiola, mi maquillista y mejor amiga, rápido me pasó una bata para ponérmela por encima de mi vestuario.
—Te mandaré las fotos que irán a la revista, Davina. —me dijo mi fotógrafo— Antes de que se publiquen.
—Bien, gracias. —le sonreí.
Salí rápido del estudio de fotografía, pasándole por el lado a mi jefe. Fui hasta mi pequeña oficina en donde me cambiaba, cerré la puerta con seguro.
Me quité la ropa que traía y me puse otra. Unos pantalones blancos junto con una blusa rosa de mangas finas, mis tacones rosa también. Tomé mi celular cuando llegó un mensaje, era de Christopher diciendo que ya estaba abajo esperando por mí. Sonreí agarrando mi bolso y mi gabardina rosa.
Tomé el ascensor para bajar al lobby del edificio, me despedí de los guardias cuando pasé por su lado, pero antes de salir me volvieron a llamar. Era mi jefe. Respiré hondo.
—¿Quieres que te lleve, Davi?
Odiaba que me dijera Davi.
—No, señor. —conteste amable.
—Vamos, no voy a dejar que vayas sola a tu casa.
Me alejé cuando intentó tomar mi mano.
—No es necesario, mi novio está esperando por mí.
Me di la vuelta para seguir caminado, pero él me detuvo. Miré hacia a fuera buscando a Christopher con la mirada, se estaba bajando del auto y caminado hacia acá. Parecía enojado.
—En serio me tengo que ir. —murmuré alejándome.
Fui hasta la puerta de cristal y la abrí, sintiendo cómo me seguía. Le sonreí a Christopher llegando hasta donde él.
—Hola, mi amor...
Tomó mi cintura acercándome más a él, para luego estampar su boca con la mía, puse mis manos en sus hombros para aguantarme por la fuerza con la que me besó.
Puse una pequeña sonrisa en mi rostro cuando se separó un poco de mí, miró por encima de mi hombro.
—¿Se te perdió algo? —habló serio hacia mi jefe.
—Chris... —tomé su mejilla para que me mirara— Vámonos a casa.
Le dio una mirada de odio a hombre detrás de nosotros. Tomó mi mano y caminamos hacia su auto, subimos a él pero no arrancamos.
—¿Desde cuando te está molestando y no me lo habías dicho? —me miró con reproche.
—No es importante, sólo ignóralo y ya. —suspiré— Vamos a casa, quiero un baño de agua caliente.
No dijo nada, lo que me preocupaba. Cada vez que no contestaba y estaba molesto alguien resultaba mal herido.
No quiero problemas en el trabajo, él lo sabe.