Bajé las escaleras ya vestirá para ir al trabajo. Se supone que hoy me den los vestuarios que usaré en el desfile y me hagan pruebas de peinado y maquillaje.
—Señorita. —Miranda me detuvo— Su desayuno está en la mesa.
—No desayunaré, Miranda, pero gracias. —le sonreí.
—Señorita... —se puso frente a mí— Es que el Señor Morgan antes de irse me dijo que no la dejara ir sin desayunar. —me miró apenada— Y que lo llamara si se iba sin hacerlo.
Claro, tenía que comenzar con sus cosas. Suspiré, sabía que se iba a enojar si no lo hacía, y en serio no quiero discutir con él sobre esto.
—Está bien... —giré para ir hacia el comedor— Pero sólo un poco.
No quiero tampoco tener problemas con Nanci si llego tarde.
Me senté en la mesa frente al planto de comida. Esto en serio que no lo puedo comer, me hará subir de peso y es demasiado. Miré a Miranda.
—Son órdenes del señor, y de un dietista que el llamó. —me pasó una hija de papel.
La comencé a leer, tenía diferentes tipos de platillos para el desayuno, almuerzo y cena. Cosas que seguramente a Nanci le darían un infarto si me ve comerlas.
Miré el desayuno con una mueca. Tragué, tomando un poco con el tenedor y llevándolo a mi boca. Estaba muy bueno... Y eso me asustó. Si me gustaba lo seguiría comiendo y no pida hacer eso.
Bajo la mirada de Miranda terminé comiendo una parte del desayuno y bebiendo el jugo de naranja.
—Puedes decirle a Christopher que desayuné. —me puse de pie tomando mis cosas— Me tengo que ir, adiós Miranda.
Salí del penthouse y subí a mi auto, conduciendo hasta que llegué a la agencia. Tomé todo y llegué hasta el piso en donde ya se encontraban varias de mis compañeras.
—Bien, ya llegó Davina. —la maquillista miró su reloj.
Miré por todo el lugar, no veía a Nanci por ningún lado. ¿En dónde estaba? Se supone que ya estuviera aquí.
Comenzaron a mostrarnos los nuevos vestuarios, para saber quién usaría qué y en qué orden debíamos desfilar.
Media hora después estaba tomando agua cuando Nanci abrió la puerta, me congelé al verla.
—¿Qué te ocurrió? —le pregunté preocupada.
Parecía que la hubieran atacado. Estaba despeinada y agitada.
—Unos imbeciles me chocaron cuando manejaba hasta acá. —se quitó los lentes de sol dejando notar un moretón— Comenzaron a amenazarme. —dijo alterada.
Las demás se acercaron a ayudarla, mientras que yo sólo la podía observar.
Christopher...
Oh Dios...
Por razón me preguntó su nombre cuando nunca se había interesado por las personas con las que trabajaba.
—Davina. —giré cuando Fabiola me llamó— Tenemos que hacer las pruebas de maquillaje y el peinado.
Asentí mirando como le ponían una bolsa fría en la mejilla a mi agente, parpadeé negando y seguí a mi amiga. Me senté en una silla con ella detrás de mí.
—No quiero sonar como una mala persona, pero me alegro que le haya pasado eso. —la miré por el espejo— No me mires así. —tomó una paleta de sombras— Sé que tú eres todo amor y paz, pero es que ella trata mal a todo el mundo, especialmente a ti. Me da gusto que le den un merecido, aunque no entienda la razón de esto, me alegra.