Varios días luego...
Me aferro con fuerza como un koala del torso de mi marido sin querer soltarlo. Camina conmigo de ese modo por toda la habitación buscando las cosas que necesita antes de irse y echándolas a la maleta.
—¿Cuando regresas? —le vuelvo a preguntar.
—En dos semanas.
Se sienta en la cama conmigo aún sobre él, pasando sus manos por mi espalda. Abraza mi cintura.
—Te dije que podías venir. —besa mi mejilla.
—Pero no quiero toparme con tu padre ni tu abuela... —murmuro escondiendo mi rostro en su cuello— No tengo ganas de recibir malas miradas.
Estoy tan sensible estos días que cualquier cosa me hace llorar... Mucho más que antes.
Recibe una llamada de Patrick diciéndole que ya se encuentra abajo, esperándolo para irse a la pista. También irá ya que será el viceministro cuando Christopher gane.
Mi labio inferior comienza a temblar.
—¿Vas a extrañarme? —me alejo un poco para mirarlo a los ojos.
—¿Vas a llorar? —enarca una ceja. Automáticamente las lágrimas se acumulan en mis ojos y comienzan a caer.
—No lo vas a hacer, ¿verdad? Porque estoy llorando mucho y ya te cansaste de mí...
El muy idiota se ríe, lo que causa aún más llanto. ¿Se está burlando de mí en estos momentos? ¿En serio?
—No seas ridícula. —pasa sus pulgares por mis mejillas— Lo haré.
Tomo aire sonriendo, rueda los ojos ha cansado también de mis cambios de humor. Lo abrazo con fuerza antes de que nos levante y me dejé con los pies en el suelo, aún así no lo suelto y me quedo abrazada a él.
—Tengo que irme. —coloca su mano en mi cuello para que lo volteara a ver— Te llamaré todas las noches y más vale que contestes.
—Lo prometo. —digo parándome de puntillas para besarlo.
—Los tendré vigilados. —sonrío cuando toca mi vientre.
—Lo sé.
Hay cámaras por toda la casa, dentro y fuera, aunque no sé en donde están. Sólo sé que no importa en qué lado de nuestra casa me encuentre, él lo sabe.
Lo acompaño a la entrada saludando a Patrick con mi mano desde la puerta. Christopher me besa sin ganas de querer soltarme, soy yo quien debe terminar el beso antes de que lo tome y lo arrastre conmigo otra vez a dentro de la casa para no soltarlo.
—Te amo mucho. —me despido de él.
—Lo sé. —deja un beso en mi frente.
Con los ojos llenos de lágrimas me quedo viendo como se va. Pero así como llegaron se fueron en el momento que Miranda me dijo que mi almuerzo estaba listo.
Sentada a la mesa del comedor almorcé lo que me preparó mientras contestaba varios correos que habían llegado. Desde que se dijo que dejé la agencia y el modelaje, eso temporalmente, me han llegado demasiadas propuestas que he tenido que rechazar, no me interesan tanto la verdad.
Lo único que hago a veces es subir fotos mías, para estar un poco activa en mis redes sociales. Claro, me seguro que todas estén en un ángulo en el que no se vea mi vientre. No se me nota casi nada, pero conozco a los medios y sé que el mínimo cambio lo notarán.
No quiero decir nada del bebé hasta luego de que nazca, quizás cuando tenga unos tres o cuatro meses de nacido diga que tuve un hijo, pero no lo mostraré a nadie. Es algo que Christopher y yo hablamos. Obviamente tendremos que salir con nuestro hijo, pero nos aseguraremos de que no se le ves su rostro.