Un mes y 18 días para la boda
A las nueve de la mañana ya estaba sentada en el consultorio de la terapeuta. Christopher me había dejado aquí temprano antes de irse a trabajar.
Estaba nerviosa, mi pierna no dejaba de subir y bajar y jugaba con mis dedos cada vez que ella hablaba.
—Quiero que primero me hables de tus padres. ¿Cómo era tu relación con ellos?
Empezamos con una muy mala pregunta. Respiré hondo, recordando cada momento con mis padres.
—Con mi padre siempre me llevé muy bien, siempre jugábamos juntos, era bastante consentidor conmigo. —sonreí triste— Hasta que él y mi madre se divorciaron y se fue de la casa. Yo quería irme con él, pero mi mamá no lo permitió, inventó muchas cosas de él en la corte y le dieron la custodia completa a ella, no lo volví a ver más, mi madre no me permitía verlo. —tragué para eliminar el mundo en mi garganta— Lo único que supe luego de eso es que murió, y mi madre no me dejó ir a su funeral.
Y fue horrible. Papá intentó por mucho tiempo tener mi custodia, pero jamás se la dieron. Intentaba verme, recuerdo las tantas veces que mamá me encerraba en mi habitación con llave cada vez que él aparecía en mi casa pidiéndole a mi madre que lo dejara verme aunque sea unos minutos.
—Deduzco que la relación con tu madre no era la mejor.
—No lo era. —negué— Comenzó a ser muy exigente conmigo desde los cinco años, desde la primera vez que modelé ropa infantil. Mientras iba creciendo me hacía modelar más y más, me hacía hacer dietas horribles, habían días en donde sólo me dejaba tomar agua. —recordaba— Mi padre le intentaba siempre poner un alto, por eso se divorciaron.
Ella iba escribiendo cosas en una pequeña libreta.
—¿Qué sucedió en tu adolescencia?
Me recosté del sofá, colocando una pierna sobre la otra.
Le expliqué como tuve que quitar los espejos de mi habitación a los trece porque siempre me veía gorda o fea y no quería verme así. Cómo comencé a usar ropa que no mostrara nada cuando iba a la escuela porque no quería que nadie viera mi cuerpo. Mi autoestima estaba por los suelos, mi seguridad igual. Para lo único que usaba ropa ajustada y mostraba a veces una sonrisa era para las fotos que me tomaban o para las pasarelas.
Llegué al tema de las fotos y como es que sucedió todo.
Luego como mi madre se fue, dejándome sola con dieciocho años.
—Ya yo conocía a Nanci, y ella me ayudó a entrar a la agencia. La hice mi agente. —reí sin nada de gracia— Pensé que todo cambiaria, pero sólo era otra versión de mi madre. Siempre decía que nadie me iba a querer si me veía gorda, me decía que me iba a quedar sola si no hacía sólo lo que ella me decía. Durante años pensé que nadie se iba a fijar en mí, porque lo que veía en el espejo no me gustaba, no me sentía ni me veía bonita.
Cada cosa que decía ella sólo asentía y escribía. Me daba miedo saber que era lo que ella escribía sobre mí. Ella hacía preguntas y yo me desahogaba contestándoselas.
Durante un rato más estuve hablando de mis padres, de cómo me sentía con ellos y sin ellos. A papá siempre lo voy a amar, pero a mi madre, a ella la odio tanto como nunca pensé que podía odiar a alguien.
Llegó el tema de Christopher y mi relación con él.
Ya le había dicho que antes de Christopher, jamás había tenido novio, nunca había estado con nadie, y que esa es una de las razones por las que siempre he estado un poco, bastante insegura con mi relación con él.