Estoy dormida, abrazada a mi esposo cuando escucho el llanto de mi bebé. Abro los ojos y los froto para despertar bien. Christopher se despierta igual. Habíamos instalado una pequeña cuna para los primeros días en mi lado de la cama, así que sólo me senté acomodando las almohadas en mi espalda para tomarlo.
Regresamos a casa a los tres días de haber dado a luz a mi hijo. Durante ese tiempo Christopher no fue a la central, los siguientes cinco días que pasaron tampoco asistió. No sé qué dijo para que no lo molestaran, pero sé que mañana al ser el día en que darán los resultados de las elecciones debe asistir.
Estos días hemos estado nosotros dos solos con nuestro hijo. Fabiola y Recce son los únicos que saben que había nacido, pero Christopher les dijo que me dejaran tranquila unos días. Recce aceptó, Fabiola lo mandó al infierno pero luego aceptó mientras que él le aseguraba de que yo y el bebé estábamos bien.
—Shh... ¿Tienes hambre, mi vida?
Se remueve en mis brazos inquieto. Bajo el tirante de mi blusa y lo acerco a mi pecho para alimentarlo. Al principio me dolía bastante, aún me molesta un poco, pero me voy acostumbrando. Paso mi pulgar por su mejilla y su manita lo agarra con fuerza. Sonrío.
Christopher me acomoda para que recueste mi espalda sobre su pecho, dejo caer mi cabeza hacia atrás acostándola sobre su hombro.
—Es tan chiquito... —murmuro— Y es tan hermoso.
—Es mi hijo, claro que lo es.
—También es mi hijo...
—No tiene nada tuyo.
Río suave, porque tiene razón. Yo he visto fotos de Christopher cuando era un bebé y nuestro hijo se parece demasiado a él. Aún el color de sus ojos no es han definido, pero por cómo lo veo no heredó ni eso de mí. Lo único que noto es que el poco cabello que tiene es castaño, así que eso sería algo mío por lo menos.
Espero que no le cambie de color en los próximos meses.
Miro a Zeus y a Hades que duermen a nuestros pies, desde que llegamos a la casa no se separan del bebé, se quedan al pendiente cuando lo cambio, cuando le doy de comer y cuando lo duermo.
No dejo que se le acerquen tanto aún porque apenas tiene unos días de nacido, pero ya quiero ver cómo interactúan con él.
Somos una familia muy bonita.
La alarma suena, ya son las siete de la mañana. Ya lo sabía desde antes de que sonara porque mi Cassian llora por hambre a las seis y media. Pocos días de nacido y ya tiene una rutina. Hay noches que sí se ha despertado más de tres veces, a veces por hambre otras para ser cambio d pañal, pero se duerme rápido cuando está en mis brazos, o cuando Christopher lo toma para que yo siga durmiendo.
Cuando Cassian suelta mi pezón bosteza y se remueve acurrucándose en mis brazos. Se lo paso a su padre para que lo sostenga y le quite los gases mientras voy por su ropa y pañal a su habitación para cambiarlo.
Regreso con sus cosas. Lo tomo para hacerme cargo de él mientras que Christopher se va a duchar. En el tiempo que está ahí le cambio el pañal a nuestro hijo y le vuelvo a colocar su body que lo protege del frío de la noche. Dejo su ropita a un lado para ponérsela más tarde.
—Hoy vendrán a verte tu tío Recce y tú tía Fabiola. —le sigo llevándolo a su cuna otra vez— Dormirás un poquito más hasta que ellos lleguen.