Nueve meses después...
Las cosas cambiaron mucho en unos años. Antes me sentía insuficiente, muy mal conmigo misma, insegura con mi físico, sentía que nadie podría amarme porque yo no me sentían con ninguna cualidad para que alguien me amara de verdad.
Y ahora, poco a poco he superado mis inseguridades y me amo como soy, tengo una carrera en modelaje en donde hace poco volví ha ser la número uno de toda la industria con sólo publicar unas fotos y con una marca de maquillaje que se volvió un éxito en ventas desde el día uno.
Me he hecho un poquito más fuerte con las personas, ya no presto atención a comentarios malos, estoy clara que no a todos los caeré bien y por más tontas que sean las razones, son cosas de ellos no mías.
Los malos comentarios, la envida y demás cosas negativas son cosas que siempre voy a tener al rededor, es parte de mi trabajo lamentablemente. Pero por más cosas que me digan o hagan, no dejaré que esas cosas me hundan.
A pesar de todo...
—Má...
Dejo de escribir en mi diario, sonriendo para mirar a Cassian. Está a acostado a mi lado en la cama removiéndose enojado para que le preste atención. Todavía no habla, pero balbucea un par de monosílabas.
—Mamá está escribiendo, Cas, déjame terminar.
Se sigue removiendo enojado, volteando para quedar boca bajo. Gatea hasta donde mí y toma mi mano. Desde que aprendió a gatear hace un par de semanas está más inquieto que antes. Siempre quiere estar en brazos y se enoja si no hacemos lo que quiere. Igualito a su padre.
Nos persigue por todos lados, especialmente a Christopher. Es un poco gracioso cómo va detrás de él lo más rápido que sus piernitas y bracitos lo dejan. Pero, aunque está detrás de su padre todo el tiempo, por un segundo que yo no lo mire se enoja.
Se enoja con todo.
Padre e hijo son iguales, no les doy atención por un micro segundo y hacen tremendo drama.
Suspiro dejando mi diario en mi mesa de noche cuando se enoja soltando balbuceos y jalando mi blusa. Lo tomo y beso sus mejillas. Se calma rápido.
—Eres un niño muy mimado, Cassian. —lo hago sonreír cuando paso mi pulgar por su carita.
Le gusta que haga eso.
Juego con el por un rato con los peluches que estaban en mi cama, el suelta carcajadas mientras ve como sus pequeños lobos intentan comerle sus manitas. Son los que Fabiola le compró antes de que naciera, son sus favoritos. Tiene muchos más, pero no les presta tanta atención como a esos dos.
Miro hacia un lado al escuchar el ruido de los perros, estaban durmiendo en una esquina pero me imagino que escucharon a Cassian reírse fuerte. Hades es el primero en saltar a la cama, mi hijo es media vuelta para sonriendo. El dálmata le busca juego para que lo intente atrapar sin ser muy brusco con él.
Mientras que Hades es quien siempre le busca juego, Zeus es quien vigila que no le suceda nada. Cada vez que Cassian gatea por la casa el husky está a su lado asegurándose que no se vaya a lastimar.
Y claro, regaña a Hades cuando se pasa con sus juegos.
Entra una llamada de Christopher a mi celular, me dice que está a una hora de casa y quiere que nos preparemos para que vayamos a cenar. Sonrío aceptando.
—Papá quiere que vayamos a cenar. —tomo a mi hijo en brazos y salgo de la cama— Así que iremos a prepararte para que te veamos muy bonito para cuando llegue.