Mañana era la cirugía, y más nerviosa no podía estar. Fabiola me acompañaría y se quedaría conmigo en lo que me recuperaba.
—¿Y tú futuro marido que opina de esto? —mi amiga preguntó.
Estábamos almorzando, mejor dicho, ella estaba almorzando en una cafetería cerca del penthouse. Me había traído a Zeus conmigo y estaba acostado a mi lado tranquilo. Suspiré por su pregunta.
—No quiere que lo haga. —murmuré pasando mis manos por mi rostro— En esta semana hemos discutido mucho por esto, está de viaje y llegará en una semana más...
—¿Y sabe que la cirugía es mañana?
—Lo sabe, anoche se lo dije y lo único que hizo fue colgarme la llamada.
Ni si quiera me dejo hablar, primero sólo me comenzó a gritar y ya cuando le dije que sería mañana se quedó callado unos tres segundos y luego colgó. No me volvió a contestar las llamadas ni mensajes.
—Bueno... sabes que te adoro, amiga. —hizo una mueca— Pero yo tu novio también me enojaría si mi novia se hiciera una cirugía solo por que otros la obligan.
—Lo sé, pero...
—Y más si esa cirugía te va a quitar esas preciosuras. —señaló mis senos con ambas manos de una forma dramática. Negué sonriendo— Hablo en serio, las he visto. —asintió divertida— Son sexys.
—Búscate una novia, Fabiola. —reí.
—Si fuera fácil ya la tuviera.
Ella tampoco estaba de acuerdo con esto, pero como quiera estará ahí conmigo.
Me despedí de ella luego de un rato, dijo que pasaría mañana por mí para irnos en su auto. Tomé la cadena de Zeus y salimos del restaurante, decidí caminar por el parque que se encontraba al frente para que él caminara un poco más.
Mayormente es Miranda quien lo saca a pasear, pero lo hago yo cuando tengo tiempo. Algunas veces en las noches, Christopher y yo salimos juntos con él tomados de las manos, son mis caminatas favoritas.
Me senté en un asiento frente al lago y lo solté, salió corriendo aunque no lejos, sólo dando vueltas de aquí a allá.
Tomé mi celular, Christopher no había contestado ninguno de los mensajes que le dejé. Los había leído, pero no contestado. Hubiera preferido que ni los hubiera leído en vez de leerlos y no contestar.
Sé que está enojado, lo entiendo pero...
El flash de una cámara me cegó por unos momentos. Cerré los ojos con fuerza, escuché a Zeus ladrar y correr hasta donde mí. Volví a mirar, el perro estaba posicionado frente a mí gruñendo, y un hombre con una cámara daba pasos hacia atrás.
—Yo... lo siento. —murmuró.
—Zeus. —se sentó derecho a mi lado cuando me puse de pie— ¿Se puede saber que le ocurre ¿Quién es usted y por qué me acaba de tomar una foto?
—Lamentó asustarla. —me dio la mano, pero rápido la bajó al Zeus ladrar— Jensen Dallas. —lo miré con desconfianza— Soy fotógrafo. La reconocí y... lo siento, no debí hacerlo.
—No, no debió. —ladeé la cabeza— ¿Se la pasa fotografiando a mujeres por el parque?
—No, claro que no. —rápido negó poniéndose rojo— Soy fotógrafo de una agencia de moda, estaba sacando fotos del paisaje, la vi y la reconocí, señorita Tremblay.
—Soy modelo de la agencia de Londres, y jamás lo había visto.
—Es que no soy de Londres, me transfirieron de la agencia de Nueva York. —sonrió— Para tomar fotos de los desfiles que se hacen aquí en Londres, por eso la reconocí. Lamento si la incomodé.