18 - Vínculo

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Pomie había vuelto a su horario habitual de atender la casa tres veces por semana

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Pomie había vuelto a su horario habitual de atender la casa tres veces por semana. Un cruce de miradas, y el aspecto alicaído del omega, fue disuasión suficiente para que la mujer no se atreviera a abrir la boca. Las siguientes semanas fueron como esperaba, el alfa instauraba el exilio de sol a sol no viéndose ni por asomo ni cruzando palabra por chat; tan solo sabían del otro gracias al vínculo que les transmitía los sentimientos más intensos en un momento determinado. Cada día el Omega rememoraba las emociones que había experimentado a través del lazo, despertaba llorando inconsolable por la sensación de desamparo y repudio calando en sus huesos, como si todos sus seres queridos hubieran muerto a la vez y lo hubieran dejado solo en un mundo cruel que lo deseaba muerto; ni con esas su alfa le llamaba. Algunas veces, despertaba desorientado de madrugada empapado en sudor por las pesadillas, imágenes difusas de Fenrir repitiendo las mismas atrocidades que le hizo o siendo flagelado por otros a los que no podía ponerles cara; esas flagelaciones le provocaban un dolor de espalda tan real que necesitaba tomarse un analgésico cuando despertaba. Otras veces gritaba en medio de la noche como si le estuvieran matando, esas eran las peores pesadillas, unas cuyo monstruo le golpeaba hasta jadear cansado, lo arrastraba a un sótano y lo mantenía durante días —y sus solitarias noches— encerrado sin comida ni agua. En esas noches aquejaba severamente la ausencia del Alfa porque había vuelto a su habitación desprovista de feromonas protectoras. Vivía con los nervios destrozados, con sueño, con miedo irracional y necesitado del Alfa. Éste siempre se despertaba cuando el omega gritaba en sus pesadillas, sus potentes pisadas llegaban hasta la puerta y se detenían en el umbral. Bill notaba su presencia, su corazón igual de agitado y su perfume preocupado; pero ahí quedaba todo.

"El vínculo me arrastra a él, pero yo soy más fuerte, no le necesito..." —se repetía como un mantra cuando la necesidad por su Alfa asfixiaba su cuerpo y estrujaba su corazón, cuando olía el suave aroma a azahar  tras la puerta anestesiando sus nervios crispados después de otra pesadilla, cuando ante un repentino vuelco al corazón, se veía tentado de llamarle para saber dónde estaba y qué pasaba.

Nada funcionaba, el alfa se negaba a renunciar a él, y el omega perdía poco a poco la fuerza anímica y la voluntad de hacerlo por iniciativa propia.

"Si no le doy a mi instinto lo que quiere, no podré levantar cabeza ni recuperar mi fuerza de voluntad."

Bill bebía de su taza de té con leche, viendo la figura ensimismada de Pomie regando las macetas del jardín.

"Necesito volver a ser yo mismo y ser fuerte, necesito pensar con claridad y serenidad. Ya habrá tiempo de pensar en cómo rechazarlo sin que duela tanto."

—¡Pomie!

—Dime, cariño... —la mujer se limpió las manos en el delantal sonriendo al entrar en la cocina.

—Echo de menos a la Pomie de antes.

—¡Ay! —suspiró melancólica—, yo también echo de menos nuestras charlas cuando creía que podía haber alguna posibilidad. —Tomo asiento a su lado y  se encendió un cigarrillo, observando la expresión de extrañeza del Omega—. Cariño, ¿Te acuerdas cuando te comenté que lo del primer compañero del señor Greyback era una muerte anunciada?

IV En el corazón del lobo (Saga lobo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora