26 - Ni contigo ni sin tí

170 17 15
                                    

Más que ira, de su omega sentía un dolor infinito que se reflejaba en su cara roja y llorosa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Más que ira, de su omega sentía un dolor infinito que se reflejaba en su cara roja y llorosa. Más que indignación, fueron sus feromonas de reclamo que colisionaron con el sentimiento implacable a rechazo.

Fenrir actuó llevado por el impulso primitivo de no estar dispuesto a renunciar a su omega bajo ningún concepto.

—¡Yo, William Arthur Weasley-

—¡¡NO ME RECHACES!!

Aseguró la orden tapando su boca con una mano y llevando la otra a la nuca. Una mordaza de carne temblorosa que resistía los forcejeos y gimoteos amortiguados del omega.

—¡No me rechaces! —Su voz teñida de ruego culminó con un ligero sollozo—. ¡N-no he hecho nada...! —rompió a llorar, seguía empecinado en mantener la mordaza pese a que Bill ya había parado de resistirse—. ¡Te quiero! No me rechaces...

Bill parpadeó lágrimas observando petrificado a su alfa balbucear lloroso te quieros y no me rechaces con tanta pena, que anuló al instante su deseo de repudiarlo. El vínculo empezó a trabajar a marchas forzadas enviando de un extremo a otro descargas lacerantes de sentimientos que colisionaron en el desorden del caos emocional.

—¡No he hecho nada, joder! Estaba masturbándome en el despacho con un vídeo y... —resopló destrozado— ... acepté la llamada pensando que eras Carrow y paré el vídeo justo después.

"Mmmm... Tiene sentido."

El pensamiento racional se abrió paso entre el torbellino emocional del omega y aplacó poco a poco el desbordamiento sentimental. Cuanto más lo pensaba, más lógica le encontraba, y que su alfa llorara derrotado y miedoso sin detectar más aroma que el de ellos dos, ratificaba sus palabras. 

—Solo existes tú. No necesito nada fuera cuando lo tengo en casa.

Fenrir permitió que se liberara de la cárcel de sus manos y hundió la cabeza entre sus hombros. Bill continuaba estupefacto por su comportamiento sin mover un músculo.

Y entre tanto caos emocional, el celo azotándolos y creando un anticlímax de lo más extraño e incómodo. 

—Alfa...

—Te juro porque me muera ahora mismo que es verdad.

—Te creo.

El huracán del momento se había enfriado y sólo quedaba el regusto agridulce de que alguien como él lo hubiera elegido para siempre.

Transcurrió un minuto de silencio antes de que el reloj de cuco dieran las nueve y rompiera la quietud en la que se hallaban sumergidos. Estaba en celo, pero su alfa no parecía afectado o excitado, y a él le estaban volviendo las ganas acudiendo a su memoria el último pensamiento antes de llamarlo;

"Anúdame."

—¿Ni con el celo soy capaz de provocarte para que me tomes? —Fenrir despertó de su ensimismamiento mirándole ceñudo—. ¿Ni apelando a tus necesidades instintivas albergas deseos de-de... hacerlo conmigo? —Se mordió los labios, avergonzado de sí mismo y de verbalizar esa inseguridad que arrastraba desde la última vez que lo hicieron.

IV En el corazón del lobo (Saga lobo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora